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México, estado de emergencia no declarado; en gobierno de EPN van 68 mil 18 asesinatos

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La incesante propaganda mediática a la cual es sometida la población mexicana hace imposible comprender la actual etapa histórica vivida por el país pues crea una gran nube de confusión perfectamente planificada. Para el escritor Fernando del Paso, “México es un país en decadencia”, en el cual “hemos tenido muchos gobernantes ineptos y corruptos”, pero también “una bulimia en el pueblo”. Pero para el investigador y escritor Carlos Fazio, México vive “un estado de excepción no declarado”, donde impera una “auténtica política oficial del exterminio”; una “guerra civil molecular de todos contra todos”, en la cual la violencia reguladora se ha utilizado para acabar con el “enemigo interno” y los “competidores” de la economía criminal, pero también para controlar a la ciudadanía.

Los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto encarnan un necropoder, remiten a la militarización de la vida cotidiana para el sometimiento social y la sumisión del otro, considerado desechable, exterminable. Esa es la conclusión de Fazio, en su más reciente obra: “Estado de emergencia: de la guerra de Calderón a la guerra de Peña Nieto”. Los hechos, los datos fríos, las estadísticas le dan la razón: 68 mil 18 asesinatos se han cometido durante el gobierno del mexiquense, cifra oficialmente reconocida de diciembre de 2012 a marzo de 2015 por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

De enero a marzo de este año, se cometieron casi 5 mil homicidios dolosos: mil 551 en enero, mil 611 en febrero y mil 725 en marzo, es decir, 4 mil 887, un promedio de más de 53 asesinatos por día. Los estados donde más crímenes se han cometido en los primeros tres meses de este año son: Estado de México (554); Guerrero (514); Jalisco (310); Baja California (273); y Michoacán (269). En secuestros, el Estado de México ocupa el primer lugar, con 65; y en segundo, está Tamaulipas con 56.

En el libro, presentado este jueves en Casa Lamm, Fazio sostiene: tanto Felipe Calderón como Enrique Peña Nieto “son simples accesorios de una guerra imperial de conquista al servicio del capital corporativo trasnacional; meros instrumentos locales de la “dominación de espectro completo”, noción diseñada por el Pentágono antes del 11 de septiembre de 2011, que abarca una política combinada donde lo militar (incluida la inteligencia), lo económico, lo financiero, la (des)información mediática, lo cultural (la educación, la identidad nacional y los saberes ancestrales incluidos), y también lo jurídico, tienen objetivos comunes”. Destaca: “la mal llamada guerra a las drogas” incluye operaciones militares ofensivas (directas, sicológicas o encubiertas) dirigidas incluso contra países no hostiles a Washington (como México), considerados estratégicos desde el punto de vista de los intereses del llamado complejo militar, industrial, energético, mediático.

Carlos Fazio subraya un hecho clave señalado ya por otros autores: los grupos de le economía criminal no son un fenómeno aislado de la sociedad –una conspiración de maleantes contra el Estado limpio-, sino más bien una especie de empresa, de carácter ilegal y a la vez informal y legal, con un pie bien implantado en los sectores cruciales de la sociedad y el Estado: el mundo financiero y el de los negocios, el aparato de seguridad y judicial y la política. Los ejemplos abundan, mencionemos sólo dos: el del ex gobernador interino de Michoacán, Jesús Reyna, y Los Caballeros Templarios, o el ex comisionado Alfredo Castillo con El Americano y Los Viagras.

La tesis central de la obra –y de ahí su valor- es el establecimiento ilegal de un estado de excepción en México, convertido en regla, “en cuyo marco rige un necropoder que exhibe la lógica de la política capitalista de nuestros días como “administración y trabajo de muerte”. Esto es, la instrumentalización generalizada de la existencia humana y la destrucción material de cuerpos y poblaciones humanas juzgados como desechables y superfluos”. Un modelo que combina el accionar de la “máquina de guerra” del Estado “con el de las corporaciones trasnacionales y los grupos de la economía criminal, como vía para generar un terror paralizante, necesario para la explotación de recursos geoestratégicos y el control de población”.

Los cuerpos de seguridad del Estado mexicano están subordinados a sus contrapartes estadounidenses. El punto de inflexión es el llamado “tercer vínculo” (el militar), establecido entre el Pentágono y las fuerzas armadas mexicanas en 1995, y una serie de pasos sucesivos que pasan por la Iniciativa Mérida y la acelerada subordinación de todos los organismos de seguridad del Estado mexicano.

Los medios de comunicación son cómplices de este status quo. “Para justificar o encubrir esa dinámica se necesita fabricar el consentimiento. Es decir, colocar en la sociedad “sentidos comunes”; la formación y manipulación de una “opinión pública” legitimadora del modelo de dominación. Por consiguiente, masas conformistas que acepten de manera acrítica y pasiva a la autoridad, para el mantenimiento y la reproducción del orden establecido. Ese es el papel de los medios de comunicación masiva bajo control monopólico privado”.

Las denominadas Zonas Económicas Especiales (ZEE), recientemente aprobadas por el Congreso, son la nueva fase del Plan Puebla Panamá. Muestran la actual ofensiva planetaria del capitalismo criminal militarizado. Remiten a un “arreglo espacial” de dimensiones geopolíticas; al proceso de construcción violenta del espacio para la acumulación capitalista por desposesión o despojo. Se trata de privatizar y mercantilizar todo, incluido el territorio. Son un eslabón clave del Acuerdo Transpacífico, en cuyo marco juegan un papel fundamental Puerto Chiapas, Lázaro Cárdenas y el Istmo de Tehuantepec.

Fazio convoca a transformar las injustas estructuras de dominación, a través del análisis de cómo funciona el sistema, a qué obedecen, en la coyuntura, la práctica sistemática y generalizada de la tortura, la desaparición forzada y las ejecuciones sumarias extrajudiciales. La salida –sostiene- pasa por la toma de conciencia por amplias capas de la población, para que de manera organizada, y mediante una acción participativa transformadora, se vaya construyendo un proyecto alternativo. “Muchos mexicanos y mexicanas están, hoy, construyendo esa salida”, dice con esperanza.

“MÉXICO EN DECADENCIA”: DEL PASO

El escritor mexicano Fernando del Paso, quien se convertirá el próximo sábado en el sexto literato mexicano en ser reconocido con el Premio Cervantes, sostiene: en nuestra sociedad impera “el escepticismo”, el cual nos lleva a “ya no creer en nuestro país”.

En Madrid, España, en una rueda de prensa en la Biblioteca Nacional, el autor de “Noticias del Imperio” manifestó: “me preocupa mucho México”. Lo ve con tristeza inmerso en un proceso de “decadencia”, en parte provocado porque “hemos tenido muchos gobernantes ineptos y corruptos, pero también a la bulimia del pueblo mexicano”.
Manifiesta su preocupación por la pobreza ancestral y extrema, pero también “esa mentalidad de país colonizado que espero que algún día nos deshagamos de ella”.

Antes del autor de “Palinuro de México”, cinco escritores mexicanos han sido reconocidos con el Premio Cervantes, considerado el Nobel de la Literatura en español: Octavio Paz, en 1981; Carlos Fuentes en 1987; Sergio Pitol, en 2005; José Emilio Pacheco, en 2009; y Elena Poniatowska, en 2013.

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