spot_img
spot_img

México, teatro del absurdo y la simulación

- Anuncio -

ARTÍCULO DE OPINIÓN

Ivonne Acuña Murillo / @ivonneam

(10 de noviembre, 2013).- Vivir en México desde el nacimiento proporciona los elementos y la experiencia suficiente para no asombrarse demasiado ante eventos que parecen absurdos, pues este país es un lugar donde:

Los muertos por el narco, la delincuencia organizada, el ejército y las policías no son víctimas sino “efectos colaterales”, o lo que es lo mismo, “alguien se tiene que sacrificar” para que las cosas mejoren. Lástima por las y los niños, las y los jóvenes, las mujeres y los hombres asesinados y por las madres, los padres, las y los hermanos, las y los tíos, las y los abuelos de quienes han muerto en esta loca carrera por ganar una guerra que parece perdida de antemano.

Las miles y miles de personas muertas, heridas, desaparecidas y desplazadas son presentadas como la prueba irrefutable de que “vamos ganando” la guerra que el gobierno calderonista le declaró al narco y al crimen organizado. Sobre todo ahora que en el actual gobierno la percepción sobre la violencia y la inseguridad sustituye a la realidad o, en otras palabras, “si no lo vemos no existe”. Lo que sí existe es un acuerdo inter-cúpulas para no difundir, como antes, los hechos de violencia y los números que indican que de seguir la tendencia este sexenio terminaría con 50 por ciento más muertos que el anterior.

Los fraudes electorales y las campañas inequitativas no son sino muestras claras de la “gran democracia” que hemos construido y por añadidura resultado de la voluntad popular. Y el que gana, gana sin ganar, repitiendo la lógica del “haiga sido como haiga sido” y el que pierde no pierde, sino que gana sin ganar.

Un “viejo” partido es capaz de presentarse como “nuevo” cuando a todas luces sus prácticas y valores no han cambiado y aun así gana nuevamente la presidencia y 23 estados, con la anuencia de una ciudadanía que no es tal.

Los partidos de oposición se mimetizan con el “viejo” partido y desde sus “nuevas” experiencias de gobierno repiten los patrones del partido corporativo, clientelar y corrupto al que por décadas han criticado y, más aún, se unen a él en un Pacto Nacional para decidir el futuro del país.

La verdad jurídica niega a la verdad histórica a contrapelo de la evidencia que muestra lo contrario y la realidad de los hechos se pierde en el limbo de una corta memoria.

Las televisoras son capaces de imponer su propia versión de la vida, que como Barney, sólo vive en su mente, pero que se convierte en expectativa para millones de personas; como eso de que las empleadas domésticas siempre se casan con el rico guapo de la telenovela.

La reforma laboral confeccionada por los empresarios, presentada por el anterior gobierno y apoyada por el actual, precariza las condiciones de trabajo en todo el mundo menos aquí y, por el contrario, presenta una serie de ventajas que no han sido consideradas por todas aquellas personas rijosas y desagradecidas que la rechazan.

Los pobres, son pobres porque quieren, la clase media cada vez es menos media y más baja, y ambos conviven con uno de los hombres más ricos del mundo.

Las y los defensores de derechos humanos al igual que los luchadores sociales son criminalizados mientras que los verdaderos delincuentes son protegidos.

Los muertos caminan -lo cual por otro lado no es novedad pues ya sabemos que votan-, como en el caso de Heriberto Lazcano, alias el “Lazca”, narcotraficante líder de los Zetas, muerto en enfrentamiento con la policía estatal de Coahuila, quien desapareció de la funeraria donde lo entregaron, por lo que ha sido bautizado por el ingenio popular como “narcozombie”. Después de semejante pifia el Procurador de Coahuila, no contento con aceptar que el cadáver se les fugó se atrevió a decir no tener noticia de que se trataba de un “cuerpo de alta peligrosidad”.

Las autoridades coahuilenses decidieron además de buscar al susodicho narco por cielo, mar y tierra, exhumar los cadáveres de su padre y madre para hacer pruebas de ADN y mostrar de nuevo que, en efecto, el muerto sí era el muerto, porque en última instancia vivo ya no era, pero muerto sí. Pero, de acuerdo con una filtración, los encargados de esta investigación enfrentaron el temor de que al abrir las tumbas los progenitores hubieran repetido la hazaña del capo y no estuvieran en sus últimas moradas sino dándose una vueltecita o “anduvieran”, como muchos en este país, buscando a su hijo desaparecido.

Al mismo tiempo, consideraron conveniente buscar al Lazca en la cama de la muy desafortunada niña Paulette o bajo el asiento de la camioneta del “Jefe Diego”, no fuera a ser que ahí estuviera. Recordando a Nikito Nipongo, esta “perla” del absurdo bien merece tanto espacio en esta colaboración.

Una mujer procesada y encontrada culpable en su país por corrupción, tráfico de influencias y complicidad con Vladimiro Montesinos, jefe de inteligencia del desprestigiado gobierno de Alberto Fujimori, preso en Perú: Laura Bozzo por supuesto; acusa a una de las mejores periodistas de este país, Carmen Aristegui, de “mentirosa” por haber retomado en su programa de MVS un reportaje de la Revista Proceso, donde se demuestra la farsa que esta mujer montó para lucrar con la tragedia de la gente que teniendo poco lo perdió todo a consecuencia de los fenómenos meteorológicos Ingrid y Manuel.

Después de lo expuesto ¿Qué le hacía falta a México para completar su teatro del absurdo?

Ah pues, que la izquierda partidista representada por el PRD votara a favor del alza de impuestos que perjudica a la clase media, a quien dice representar. Y que el PAN hiciera su rabieta al no querer aprobar una medida que a todas luces se parece a sus propuestas anteriores. Por si fuera poco, ahora la rabieta la hará el PRD para que el PAN vote “solito” con el PRI la reforma energética y así ambos partidos, PAN y PRD, se muestren “congruentes” ante los votantes.

Después de tanta evidencia cabe preguntarse: ¿Qué hay que hacer para sobrevivir en el país del “absurdo cotidiano”, como diría Ángeles Mastretta? Una respuesta adecuada al tamaño del absurdo sería:

Simulemos que elegimos a nuestros gobernantes.

Simulemos que los políticos hacen lo que prometen.

Simulemos que le creemos a los políticos y a quienes nos gobiernan.

Simulemos no darnos cuenta de los acuerdos hechos en lo oscurito por las diversas fuerzas políticas en función de sus propios intereses.

Simulemos creer que los muertos caminan y votan.

Simulemos que efectivamente vamos ganando la guerra contra el narco y la delincuencia organizada.

Simulemos que las reformas laboral, educativa, hacendaria, financiera, energética no nos afectarán.

Simulemos que la violencia, la inseguridad, el desempleo, la precariedad de las condiciones de vida, la pérdida del poder adquisitivo del salario, el alza de impuestos, la falta de oportunidades para gente de cualquier edad, son fenómenos que sólo viven en nuestra imaginación.

Simulemos estar de acuerdo con la forma en que los diversos poderes fácticos se han apropiado grandes porciones de nuestro país.

Simulemos vivir en un país donde prevalecen la justicia y la equidad.

En corto, simulemos que somos felices y que disfrutamos el teatro del absurdo que día a día se representa en México. Después de todo, una buena compañía de publicidad nos diría: “Simular es lo de hoy”.

- Anuncio -spot_img
- Anuncio -

MÁS RECIENTE

- Anuncio -

NO DEJES DE LEER

- Anuncio -