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“Narcoelecciones”: la impotencia de la derecha y sus cuentacuentos

El presidente Andrés Manuel López Obrador no puede heredar al siguiente gobierno la ‘alianza’ con el crimen organizado.

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Aguascalientes, Tamaulipas, Oaxaca, Hidalgo, Durango, Quintana Roo…seis gubernaturas, un congreso local y 39 ayuntamientos en disputa…encuestas cerradas antes de la elección que pronostican que, en el más conservador de los casos, MORENA puede alcanzar la victoria en tres entidades y en el más atrevido, pero de ninguna manera irreal, arrasaría con las codiciadas #6de6.

Cualquiera de estos resultados echaría por tierra, una vez más, el discurso enarbolado por los partidos que votaron en contra de la reforma eléctrica y que aseguraba que “el pueblo está enojado con López”, que ellos son quienes verdaderamente representan a la mayoría de los ciudadanos.

Adelantándose a la posible concreción de estos pronósticos nada halagüeños para la oposición, decidieron seguir la estrategia que sus costosísimos centros de pensamiento (think tanks) y asesores políticos les sugirieron: manchar cualquier triunfo de MORENA ante la opinión pública achacándoselo a los peores fantasmas del pasado pripanista que tanto daño le hicieron a México como la intromisión del crimen organizado en los comicios electorales o los pactos secretos del presidente con el narcotráfico.

Y para ello lo mejor que se les ocurrió fue acudir a personajes arrojados al desván político como Francisco Labastida Ochoa a quien Carmen Aristegui le otorgó un largo tiempo sólo para que insinuara vínculos del presidente Andrés Manuel López Obrador con carteles de narcotraficantes, así como un supuesto arreglo con Enrique Peña Nieto para ganar las elecciones en 2018. Porque sí, no se entienden ni la razón ni la oportunidad de esta entrevista si no es desde el golpeteo político. No hay otra forma de explicar los criterios periodísticos que aplicó Carmen para considerar informativamente valiosos o útiles los dichos del excandidato a la presidencia, quien fue beneficiario de los desvíos de fondos del sindicato de trabajadores de Pemex para su campaña (Pemexgate) o a quien se vinculó con el narcotráfico cuando fue gobernador de Sinaloa en un informe de la CIA publicado en The Washington Post.

Por otro lado, los grandes medios también se dedicaron a difundir estruendosamente – a fin de que no hubiera una sola persona que no se enterara – las declaraciones de Porfirio Muñoz Ledo durante su participación en la XL Reunión Plenaria de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (Copppal): “El presidente Andrés Manuel López Obrador no puede heredar al siguiente gobierno la ‘alianza’ con el crimen organizado. Hay un paquete de poder y ese paquete de poder es una alianza entre el narco y el gobierno. Nuestro país dejó, desde hace dos o tres años, la transición democrática y se está iniciando una reversión autoritaria con un nuevo integrante, el crimen organizado, al cual calificó como ‘un nuevo rey de la selva’”. Así, sin aportar ninguna prueba, con un total olvido de los sexenios pripanistas, de la falsa y sangrienta guerra contra las drogas de Felipe Calderón, del encarcelamiento en Estados Unidos de Genaro García Luna -responsable de la seguridad en el sexenio calderonista-, de los numerosos exgobernadores principalmente de entidades del norte del país en prisión o prófugos, de candidatos a cargos estatales y municipales asesinados o, para no ir tan lejos, de los 17 reportes de actividades sospechosas en Estados Unidos donde aparece Francisco Javier García Cabeza de Vaca -actual gobernador de Tamaulipas- o de las órdenes de aprehensión en ese país y en México ya listas en su contra.

Estas irresponsables y gravísimas acusaciones las hicieron sin aportar una sola evidencia y en franca contradicción con la realidad que la mayoría de la población ha percibido y que la misma prensa hegemónica ha relatado. Si estos señalamientos tuvieran un mínimo de solidez, AMLO ya estaría políticamente muerto. Nunca habría llegado a la presidencia o ya habría sido depuesto. Dada la guerra campal que medios nacionales e internacionales (propiedad de los grandes intereses económicos muy incómodos con las políticas del mandatario) han librado contra él desde que era jefe de gobierno con el propósito de que no se le pudiera colocar jamás la banda presidencial, no habrían ocultado ningún dato que sustentara hechos de tal magnitud. Y eso no ha sucedido. Lo han acusado de muchas cosas, lo han insultado con los epítetos más vulgares, absurdos…pero en ningún caso de narcotraficante…hasta ahora que parece que ya no cuentan con nada más en su arsenal y que su desesperación e impotencia han alcanzado límites delirantes.  Nada mejor que hacer uso de infamias de este calibre que tan funcionales han resultado en todo el mundo para difamar a enemigos políticos desde que las élites decidieron erigir al terrorismo y al narcotráfico como los demonios más peligrosos para la humanidad.

Saludar a la madre de un narco que se atravesó en una de sus cotidianas giras; afirmar que los delincuentes son personas que gozan también de derechos humanos (verdad tan evidente que a estas alturas y en estos tiempos tan supuestamente progresistas ya no deberían ni estar en discusión);

Negarse a aplicar la pena de muerte de facto mediante ejecuciones extrajudiciales de delincuentes acostumbradas en los regímenes pripanistas;

Suscitar en la población un entusiasmo y un cariño inéditos que la lleva a votar masivamente para evitar los fraudes electorales usuales o participar en consultas sobre asuntos públicos…estas son las situaciones que analistas, intelectuales y periodistas han tratado de presentar como “pruebas” para intentar darle un poco de sustento a las declaraciones tan alucinantes de Labastida y de Muñoz Ledo.

Gracias a la existencia de las conferencias mañaneras, AMLO pudo hacer frente a este ruido mediático: “Quiero responder a un señalamiento que están usando nuestros adversarios con mucha frecuencia, sobre todo estos días, también por las elecciones, queriendo confundir, engañar… De que nosotros, yo, tengo vinculación con el narcotráfico o con grupos de narcotraficantes. Es realmente muy corriente, muy vulgar. Si tienen pruebas, que las presenten, que dejen de calumniar. Es muy lamentable, vulgar, bajo”.

Como si esta intoxicación de la vida pública no fuera suficiente, la periodista Anabel Hernández también se sumó al embate mediático en vísperas de las elecciones no para informar ni para aportar hechos o reflexiones con propósitos informativos, sino como mera propaganda en contra de AMLO, MORENA y la 4T. Sin el menor rigor, con el abuso ya grosero del principio de protección de sus fuentes que le informan acerca de hechos delicadísimos, pero que no son confirmados por otras investigaciones periodísticas y, mucho menos, sirven para interponer denuncias, va más allá y habla de un “narcopacto” electoral entre los hijos y hermanos de El Chapo con MORENA que permitieron que Rubén Rocha Moya, candidato de MORENA-Partido Sinaloense (PAS), ganara la gubernatura de Sinaloa en los comicios llevados a cabo el 6 de junio de 2021. Afirma que el presidente no desconoce ni desaprueba dicho acuerdo y pretende corroborar esto con el hecho de que

“AMLO pidió públicamente que el ‘Triángulo dorado’ -como se conoce desde hace décadas al vértice formado entre Sinaloa, Durango y Chihuahua, donde han germinado los grupos de narcotraficantes más poderosos y sangrientos, y uno de los principales centros de producción mundial de heroína- sea ahora llamado ‘Triángulo de las personas buenas y trabajadoras’”.

Llama la atención el profundo desprecio que le tienen al pueblo, a la democracia y a las personas que consideran distintas tanto Labastida, Muñoz Ledo, Anabel y la misma Carmen Aristegui. Triunfos democráticos contundentes sin la sombra de los fraudes electorales de antaño los pretenden transformar en acuerdos siniestros inconfesables.  Su pensamiento simple los enceguece de tal manera que consideran que los derechos humanos deben aplicarse selectivamente y que es imposible que haya personas buenas y trabajadoras dentro de un territorio al que ya se etiquetó como un lugar sangriento y delincuencial.

Loret, López-Dóriga, Ciro, Uresti, Anabel, Carmen, Brozo, Dresser, Astillero, etc., no están cuestionando al poder por más que se jacten de ello. Al contrario, se están posicionando a favor del poder económico que maneja los hilos de los partidos que conforman la alianza llamada Va por México.  Esa alianza que va a intentar que la gente perciba como derrota cualquier triunfo de MORENA en estas elecciones que les arrebate sus bastiones. Esa alianza que va a intentar manchar el hecho de que millones salieron a votar este domingo para sacar al PRI al PAN de sus estados por los resultados incuestionables que están entregando nacionalmente AMLO, el gobierno de la 4T y MORENA.

En estos enlaces pueden encontrarse las columnas en las que abordo específicamente los casos de Anabel Hernández https://revoluciontrespuntocero.mx/que-le-sucedio-a-anabel/ y Carmen Aristegui https://sinlineamx.com/aristegui-esa-discreta-marca/)

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