Enrique Peña Nieto viajó a Santiago de Chile con motivo del encuentro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y a la clausura de la Cumbre Empresarial. Antes de su participación en ésta última, se reunió con Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, para analizar la posibilidad de establecer alianzas entre Pemex y Petrobras para así, intercambiar tecnología y desarrollar proyectos conjuntos. Los mandatarios discutieron sobre la influencia de ambas economías en América Latina y la pertinencia de su colaboración.
Peña Nieto señaló que uno de los acuerdos a tratar es la creación de un grupo de trabajo que incluya empresarios de ambos países. La asociación tendría como finalidad ampliar las posibilidades de intercambio en todo el espectro económico. Para continuar con las negociaciones se acordó una visita de Dilma a México, de acuerdo a la información de Notimex.
Desde septiembre del año pasado, Peña había solicitado asesoría a Rousseff para aprender de las “experiencias exitosas” de la paraestatal brasileña. El interés de Peña se enfoca en cómo la inversión privada y la autonomía de Petrobras la convirtieron en una empresa petrolera de calidad mundial.
“Éste es un modelo que sin duda inspira lo que queremos hacer en México con la empresa que es de todos los mexicanos, como Petrobras sigue siendo de los brasileños, una empresa que a partir del cambio estructural le permitió con la participación del sector privado ser una empresa más competitiva y más grande”, explicó en aquel entonces.
De acuerdo con los reportes financieros de ambas paraestatales, Petrobras es más rentable que Pemex, al generar casi ocho veces más utilidades. Sin embargo, las diferencias entre ambas no sólo se explican con la inversión privada, la cual, aunque de forma un tanto “disfrazada”, también existe en México. “La falta de capital humano y de tecnología de punta para operar a niveles similares al de las mejores compañías internacionales” es uno de los problemas con los que arrastra Pemex, el cual, entre otras razones, se debe al abandono en el que se ha dejado a la investigación en la materia. El caso del Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) resulta significativo.
“En tanto que la estrategia de mercado en México ha privilegiado la desinversión en Pemex, amparado en un régimen fiscal confiscatorio, en Brasil, la reinversión en Petrobras ha constituido la piedra de toque de su éxito y expansión”.
Por otra parte, mientras Pemex “se ha desintegrado vertical y horizontalmente bajo una supuesta incorporación de la competencia, Petrobras no sólo mantiene la integración dentro de la propia firma, sino que tiene inversiones en otras industrias del sector energético como la energía eléctrica, gasoductos, plantas de gas, GNL, biocombustibles y fertilizantes”, de acuerdo con Rosío Vargas, doctora en ingeniería energética.
Sin embargo, para las cúpulas priistas, la respuesta para mejorar la eficiencia y rentabilidad de Pemex se reduce a permitir abiertamente la inversión nacional y extranjera, dejando de lado el resto de las problemáticas que se enfrentan. Las declaraciones de Videgaray en Davos y Camacho Quiroz en Nayarit apuntan en esta dirección.