En la reunión con integrantes de la comisión legislativa de seguimiento a los hechos de Nochixtlán, en el Senado, el defensor de los derechos humanos de Oaxaca, Arturo Peimbert Calvo, preguntó por qué la Policía Federal atacó a la población civil si ya había logrado su objetivo: el desalojo de la autopista que tenía bloqueada la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Desde luego, no obtuvo respuesta de los legisladores, sí en cambio rechazo a sus argumentos por parte de priístas integrantes de la mencionada comisión.
Las pruebas de la represión a civiles ajenos al conflicto magisterial son incuestionables. Sin embargo, aun así hay quien se atreve a no aceptar su contundencia, como la senadora Hilaria Domínguez, quien con gran molestia dijo: “Queremos conocer la verdad, sin sesgos, sin ideologías, sin cortes; que no sea ligera o frivolice las investigaciones. Lo que me asusta es cuando se manejan sesgadas, como lo hizo el señor Peimbert”. No la asusta la fiereza de la represión, tampoco el daño que se hizo a decenas de niños con el gas lacrimógeno. Mucho menos piensa en las consecuencias de un acto absurdo que costó 11 vidas y más de 100 heridos.
A empleados de la mafia en el poder, como la senadora Domínguez, les asusta que la población civil despierte de su letargo y tome partido en favor de una organización que rechaza, con firmeza y convicciones, la imposición de medidas lesivas a los maestros en particular y a la sociedad en general. Que los represores aumenten su saña no es asunto que les incumba a los legisladores al servicio de la oligarquía reaccionaria, les preocupa que aumenten las críticas y el rechazo a las medidas antidemocráticas y lleguen a los oídos de sus patrones, quienes exigen que haya mano dura sin contemplaciones.
Así lo demostraron los empresarios oaxaqueños días después del domingo 19 de junio, cuando se realizó la represión en Nochixtlán, en un desplegado que hicieron circular en los medios impresos de la entidad. “Valoramos y reconocemos su valentía”, dicen a los represores. En cambio, a la población civil ni una sola palabra de aliento o de pena por el sufrimiento ocasionado a mujeres y niños indefensos. La senadora Domínguez, ante el ombudsman Peimbert actuó a tono con las instrucciones de la cúpula empresarial, la cual, en el desplegado en cuestión, advirtió:
“A los actores políticos y sociales que no viven en Oaxaca, les exigimos no opinar sobre la problemática social, política y económica que vive el estado, ya que no lo (sic) conocen de fondo, por lo que sus opiniones en la mayoría de los casos confunden y engañan a la opinión pública”. El tufo de fascismo en semejante párrafo es inocultable: se prohíbe meterse en “nuestros” asuntos, sobre todo a quienes no son oriundos de “nuestra” heredad. Entre los promotores del escrito están Jesús Rodríguez Socorro, empresario muy ligado a los Murat, y Gerardo Gutiérrez Candiani, ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y hoy funcionario público.
La represión en Nochixtlán quedará como un referente más de la virulencia contra el pueblo, impulsada por un régimen decidido a llevar al país al caos, incapaz de ver más allá de sus mezquinos intereses y de actuar con una elemental sensatez. El disgusto del Ejecutivo y sus aduladores es una consecuencia de la solidaridad que ha estado encontrando en la sociedad civil el movimiento magisterial disidente. La represión a los habitantes del ya emblemático poblado, se llevó a cabo como una advertencia a otros ciudadanos para que piensen las cosas antes de mostrar su apoyo a los maestros o a cualquiera que se oponga a los designios del gobierno.
El informe de Peimbert fue definitivo, con pruebas al calce, por eso se molestaron algunos senadores. Dijo el ombudsman que el día 13 de junio hubo un intento de la Policía Federal de ingresar a Nochixtlán, pero el bloqueo de profesores y población civil se los impidió. Añadió: “tenemos información de que los días 14 y 16 (de junio) empezaron a regresar los camiones de la Policía Federal ya sin policías, y que estos se quedaron vestidos de civil en las comunidades aledañas”. Era obvio que tenían órdenes expresas de tomar el poblado a como diera lugar.
Se trataba de dar un escarmiento a una población solidaria con el movimiento magisterial. La lección que deja esta nueva tragedia es la de que el régimen seguirá adelante en la consecución del objetivo que le trazó la cúpula reaccionaria, sin cortapisas ni componendas. Por eso la cerrazón y su negativa a actuar con sentido político. Sin embargo, los resultados serán contrarios a lo que espera, porque la solidaridad habrá de crecer al paso de los días. Cada vez hay más convencidos entre las clases mayoritarias de que la única posibilidad de frenar la crueldad de los poderosos es demostrando fortaleza de ánimo y carácter. Además se están dando cuenta de algo fundamental: la necesidad de organizarse.
(guillermo.favela@hotmail.com)