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Papa estadista, estratega y político

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Los intereses geopolíticos específicos, más que los pastorales, predominan en la gira del Papa Francisco. El deshielo y el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos fue el primer paso de este peregrinar. Ahora tiene una notable relevancia el juego de intereses políticos entre la Santa Sede y la nación más poderosa del mundo. El pontífice argentino transita en territorio estadounidense en la relación entre la religión y el poder económico y político; entre el plan global de Dios y el futuro de la Iglesia católica y los posicionamientos específicos en el espacio de la esfera pública de la primera potencia del orbe, hoy dominada por la agenda de las elecciones presidenciales.

El Papa latinoamericano, defensor de los inmigrantes sin papeles, se ha convertido en una de las figuras más influyentes y populares de este siglo desde que ascendió al papado en 2013. Se ha esforzado no sólo porque la Iglesia sino los gobiernos del mundo atiendan a los pobres y a los necesitados. También es reconocido por sus esfuerzos para que la Iglesia recupere la esencia de su misión pastoral y espiritual. Su labor también se ha orientado a dejar atrás el lastre de los abusos sexuales, las denuncias y escándalos que han socavado la autoridad moral de la Iglesia católica, y ha enfocado sus esfuerzos a superarlos.

En el terreno político, ha manejado un discurso crítico en contra del modelo económico hegemónico mundial, ha solicitado acelerar la apertura de relaciones con Cuba, reivindica a los pobres y a los inmigrantes y refugiados. En muchos puntos, sigue el camino trazado por sus antecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero con acento tercermundista, como un heredero del sueño bolivariano de la Patria Grande, un gran territorio católico. Esta cumpliendo su función para alcanzar objetivos de largo plazo como asegurar que la Iglesia siga desarrollando su misión en todo el mundo, con un código ético cristiano; y sobre todo robustecer a las Iglesias frente a los estados, como en Cuba, donde no sólo fortaleció a la Iglesia local sino que pretende convertirla en un actor central en la transición en la isla.

Francisco ha empujado para sacar del aislamiento político y económico al régimen de los Castro, Fidel, el líder de la Revolución Cubana, y Raúl, el actual presidente, con quienes sostuvo reuniones, pero con cambios fundamentales en la esfera local que permitan el desarrollo pastoral, institucional y estructural de la Iglesia. Ha abogado para que el régimen cubano tolere, facilite y favorezca la Iglesia católica. Su visita influye no sólo en sólo en el ámbito diplomático sino en los debates locales sobre el futuro de este país. Con gran inteligencia, eludió emitir posicionamientos críticos sobre los derechos humanos y las libertades políticas en Cuba, en donde se enfocó en temas pastorales y catequéticos. En sus mensajes se evidenció condescendencia con el régimen cubano, a pesar de que en su lenguaje pastoral hubo evidentemente un trasfondo político. Y es que SS apuesta por una transición a más largo plazo. La estrategia de la Iglesia siempre es de largo alcance, político e histórico. Así, apuesta por fortalecer y posicionar a la Iglesia cubana para que sea generadora de transformaciones en la Isla.

En el santuario de la Virgen del Cobre, el Papa aseguró: “como María, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad de un pueblo noble y digno. Como María, Madre de la Caridad, queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación. Como María, queremos ser una Iglesia que sepa acompañar todas las situaciones “embarazosas” de nuestra gente, comprometidos con la vida, la cultura y la sociedad”. Llamó a superar la resistencia al cambio y no temer ser políticamente incorrectos. Pidió a la gente servir a la gente más que a las ideologías y a no cerrarse frente a quien piensa diferente, un mensaje que resonó en un país donde muchos cubanos se quejan de los controles gubernamentales.

HIJO DE MIGRANTES

Ya en Estados Unidos, ante el Congreso, el Papa Francisco saludó el coraje y la audacia que se requiere para que países enfrentados inicien un diálogo de reaproximación, en una referencia a las conversaciones abiertas por Estados Unidos con viejos adversarios como Cuba e Irán, con quien el presidente Barack Obama pretende sellar un acuerdo sobre política nuclear. El pontífice dijo que “cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos”.

Tanto el restablecimiento de relaciones con Cuba como los acuerdos sobre política nuclear con Irán han provocado la ira de los sectores conservadores estadounidenses en el Congreso y son temas polémicos en la campaña presidencial del partido republicano.
Francisco, el primer Papa que habla ante el Congreso de Estados Unidos, sostuvo que la “crisis de refugiados” –en Europa- sin precedentes desde la II Guerra Mundial y el drama de los inmigrantes en el continente americano representan “grandes desafíos y decisiones difíciles”. Afirmó que es necesario no dejarse “intimidar por los números”, y adoptar una respuesta que sea “justa y fraterna”, de forma de adoptar la norma de tratar “a los demás con la misma pasión y compasión con que queremos ser tratados”.

Alrededor de 11 millones de inmigrantes viven en Estados Unidos en situación irregular, en su mayoría provenientes de países de América Latina. Este tema es complejo tanto para el presidente Barack Obama como para el propio pontífice, toda vez que las dos cámaras del Congreso estadounidense son controladas por el Partido Republicano, que se opone a un reforma del sistema migratorio para sacar de la ilegalidad a esos millones de migrantes.
Francisco también lanzó un llamado a la vigilancia contra “cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa o del tipo que fuere”, y evitar la tentación del “reduccionismo simplista” de dividir la realidad entre buenos y malos. Mostró su perfil más político al pedir ante los congresistas estadounidenses la abolición de la pena de muerte y acabar con el tráfico de armas.

Destacó que “la regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo. Esta certeza es la que me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte”. Sectores de las clases medias estadounidenses ven con simpatía al Papa Francisco por sus posturas ante los homosexuales, aborto y matrimonios nulos. Sin duda alguna, el presidente Barack Obama pretenderá sacar ventaja posicionamiento con la visita del pontífice argentino.

IGLESIA CON MIGRANTES

Desde el pasado miércoles, el Papa Francisco llamó a los obispos estadounidenses a acoger “sin miedo” en sus iglesias a los inmigrantes latinoamericanos. También les pidió que trabajen para que los casos de abuso sexual de niños que acudieron a la Iglesia católica no se repitan. No hay que pasar por alto que la Iglesia estadounidense está cimbrada por los escándalos de pederastia y experimenta un preocupante declive ya que numerosos católicos abandonan la Iglesia. Por tanto, necesitan revitalizar su imagen deteriorada y ganar confianza.

Durante una sesión de oración con los obispos en la Catedral de St. Matthews en Washington, Francisco dijo que “ahora tienen esta larga ola de inmigración latina en muchas de sus diócesis (…) Tal vez no sea fácil para ustedes leer su alma, quizás sean sometidos a la prueba de la diversidad. En todo caso, sepan que también tienen recursos que compartir”. Y agrego: “por tanto, acójanlos sin miedo (…) Estoy seguro de que, una vez más, esta gente enriquecerá a su país y a su Iglesia”.
Más tarde, al ser recibido en la Casa Blanca, Francisco señaló: “como hijo de una familia de inmigrantes, me alegra estar en este país, que ha sido construido en gran parte por tales familias”.

SAN JUNÍPERO SERRA

A pesar de los cuestionamientos por parte de grupos originarios estadounidenses, en especial aquellos relacionados con las culturas que vivían en Alta California en la época de la fundación de las misiones religiosas, el Papa Francisco declaró santo al fraile franciscano español Junípero Serra, misionero y uno de los padres fundadores del estado de California. En la basílica del santuario de la Inmaculada Concepción de Washington, Francisco señaló: “declaramos y definimos Santo a Junípero Serra, y los inscribimos en el Catálogo de los Santos, y establecemos que en toda la Iglesia sea devotamente honrado entre los Santos”.

Grupos indígenas critican al nuevo santo por haber liderado un sistema de misiones que sometió a los pueblos originarios. Toypurina Carac, portavoz del grupo Kizh Gabrieleño, dijo que se “opone radicalmente a que nombren santo al responsable por la muerte de nuestra gente y de nuestra cultura”. El Papa Francisco escribe la historia con su visita a Cuba y Estados Unidos, e incluso con su ausencia en México, por un régimen que es reprobado también por la Iglesia católica.

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