Por: Natalia Antezana
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Petróleos Mexicanos es la industria mexicana más importante del país. Después de la expropiación del petróleo y antes de las reformas energéticas, Pemex era la locomotora que impulsaba el desarrollo de México. Y actualmente, entre otras cosas, aporta el 40% del gasto del gobierno federal: es decir que por cada peso, 40 centavos provienen de Pemex.
México posee el 1.1% de las reservas de petróleo a nivel mundial, lo que alcanza para 9.3 años de explotación, aún exportando el 60% de nuestra producción. Según Rafael Docelis, si se recuperaran los pozos que fueron cerrados por la SHCP con el argumento de ser incosteables, se tendría petróleo para 10 años más.
Uno de los momentos cruciales en la historia de Pemex fue la reestructuración que se empezó a gestar en la década de los ochenta. A pocos días de que Salinas de Gortari asumiera la presidencia, se procesó y juzgó al líder petrolero Joaquín Hernández y se dio inicio a la reestructuración laboral de Pemex. Entonces, se modifica el contrato colectivo, se flexibiliza la contratación de la fuerza de trabajo, se reducen salarios, prestaciones y personal, además de abolir la cláusula que obliga a los contratistas a que el 50 o 100% de su personal sea del sindicato.
En 1992, se publicó la Ley Orgánica de Petróleos Mexicanos y Organismos Subsidiarios, también en el gobierno de Salinas de Gortari, lo que permitió una reestructuración y división de PEMEX en organismos descentralizados. Según especialistas, esto fue una manera de facilitar la privatización, ya que “esta división expresa la desintegración paulatina del organismo descentraizado”, señala Jaime Cárdenas.
Esta ley conforma un régimen de excepción para Pemex, con el pretexto de otorgarle autonomía de gestión. Es decir, a Pemex, sus competencias y servidores públicos se les excepciona de la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas, la de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, la Ley de Adquisiciones, Obras y Servicios, entre otras, según el abogado Cárdenas.
Es a partir de este periodo que se lleva a cabo un abandono de la inversión pública en Petróleos Mexicanos y se sustituye por el capital privado.
A raíz de esta ley se crearon 4 organismos descentralizados: Exploración y Producción, Refinación, Gas y Petroquímica Básica y Petroquímica. Pero también cuenta con 47 filiales tanto mexicanas como extranjeras. 5 para exploración y producción, 19 para gas, 1 para refinación, 1 para petroquímica y el resto para Pemex en general.
Pemex-Exploración y Producción, se encarga de la exploración y explotación del petróleo y el gas natural; su transporte, almacenamiento en terminales y comercialización. Cuenta con 4 áreas de producción marina, 4 terminales de exportación, dos barcos de almacenamiento y/o proceso y un área de producción terrestre que se extiende en el oriente del estado mexicano. También cuenta con 5 filiales adscritas a esta área, de las cuales 1 tiene su domicilio fiscal en España y las otras 4 en México.
Pemex-Refinación es el responsable de los procesos industriales de la refinación; elaboración de productos petrolíferos y de derivados del petróleo que sean susceptibles de servir como materias primas industriales básicas; almacenamiento, transporte, distribución y comercialización de los productos y derivados mencionados. Cuenta con 6 refinerías, 7 redes de poliductos y 3 de oleoductos. Cuenta con 17 filiales que tienen relación con esta área, de las cuales 5 tienen domicilio fiscal en el extranjero (Las Bahamas, Islas Caimán, Inglaterra y Estados Unidos). Aquí encuentras los nombres de las filiales.
Pemex-Gas y Petroquímica Básica que se encarga del procesamiento del gas natural, líquidos del gas natural y el gas artificial; almacenamiento, transporte, distribución y comercialización de estos hidrocarburos, así como de derivados que sean susceptibles de servir como materias primas industriales básicas. Cuenta con 11 complejos procesadores de gas y con una gran red de ductos. Tiene una filial adscrita al área.
Y por último, Pemex-Petroquímica lleva los procesos industriales petroquímicos cuyos productos no forman parte de la industria petroquímica básica, así como su almacenamiento, distribución y comercialización. Cuenta con 5 complejos petroquímicos, 3 unidades petroquímicas y 4 redes de ductos. Tiene una sola filial adscrita al área.
A parte de las filiales que trabajan con estas cuatro áreas, existen otras 21 filiales que tienen relación directamente con Pemex, es decir con ningún organismo descentralizado como los casos que se explicaron antes. De éstas, 12 tienen domicilio fiscal en el extranjero (Estados Unidos, Suiza, Holanda, Inglaterra, España e Irlanda). Aquí puedes ver la lista.
Por otro lado, un Consejo de Administración es el que rige a Pemex, el cual está conformado por 1 Consejero Presidente, 5 Consejeros Propietarios, Consejeros Profesionales y representantes sindicales y, como advierte Jaime Cárdenas, “los nombramientos por el sindicato y el ejecutivo no devienen de un procedimiento democrático alguno”.
Dicho consejo tiene las facultades de aprobar reglas sobre las adquisiciones, obras, arrendamientos y servicios, lo cual viola los artículos 49 y 134 de la Constitución ya que esas facultades sólo son de competencia del Congreso. Asimismo, cada órgano descentralizado, como Pemex- Petroquímica, tendrá su propio Consejo de Administración, que será nombrado por el ejecutivo federal.
Cabe señalar que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala en el Art 27, párrafo 6, que los hidrocarburos son propiedad de la nación. Asimismo, el párrafo 4, del Art. 28, indica que los hidrocarburos forman parte de las áreas estratégicas del estado, es decir que “hay un monopolio del estado, son áreas exclusivas del estado, solo el estado puede explotar estos recursos”. Y esto se refuerza en el art. 25 que señala que las áreas estratégicas tendrán que ser explotadas, administradas y controladas por los organismos públicos del estado.
Pese a la importancia clara de Pemex en el crecimiento de México como nación, es notorio que, desde hace décadas, se ha ido perdiendo la autonomía no sólo sobre los hidrocarburos sino sobre la gestión de la paraestatal. El Gobierno Federal ahora busca una reforma energética que, disfrazada de demagogia y efuemismos, pretende darle una entrada mayor y más notoria a la inversión extranjera. El discurso oficial no habla de privatización, aunque en la práctica todo apunta a eso.
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