Gustavo Aguado / @Gustavo3_0
(02 de octubre, 2013).- Los manifestantes de la marcha conmemorativa de la matanza estudiantil del dos de octubre de 1968 fueron custodiados desde afuera –por 4 mil 520 granaderos– y a su interior –por aproximadamente 400 policías vestidos de civil.
El despliegue de policía de investigación –sin uniforme ni identificación– tuvo un papel determinante en la marcha: tanto detenciones, coordinadas desde adentro de la marcha hacia el contingente de policía; como en las agresiones que se verificaron en los manifestantes. Su presencia fue documentada por periodistas y denunciada en Twitter por defensores de derechos humanos como Jesús Robles Maloof “@roblesmaloof: civiles con radio que colaboran con policías para realizar detenciones”.
Los asistentes también reportaron un aumento en el contingente del grupo de jóvenes que se autodenominan “anarquistas”, tres veces mayor al habitual –más de mil–, y una inhabitual sofisticación en sus tácticas de enfrentamiento con los granaderos: señas, alternancia.
Los anarquistas tuvieron el primer enfrentamiento a la altura de Eje Central e Hidalgo, donde un grupo de granaderos custodiaba la entrada al Zócalo capitalino –restringido para los manifestantes desde que el 13 de septiembre fueron desalojados de la Plaza de la Constitución los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)–. Los choques continuaron a lo largo de Hidalgo, donde los jóvenes removieron las rejas metálicas que aislaban la Alameda.
A la altura de la glorieta del Caballito se presentaron agresiones de los anarquistas –pintura, bombas molotov, piedras–, de los granaderos –macanazos, regresaban lo tirado por los jóvenes–, y de los policías infiltrados –golpes, piedras, detenciones.