El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, violación o retención en contra de su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y de un fuerte vínculo afectivo con quien la ha secuestrado; tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores. Los resultados de los comicios del domingo pasado podrían explicarse por esta rezón, que aclararía porque a pesar del fracaso del proyecto económico, de la corrupción exhibida por la clase gobernante, de la ausencia del Estado de Derecho y violaciones a derechos humanos y de conflictos sociales insolubles e incluso de la paridad peso dólar registrada 48 horas antes de la apertura de casillas, el pueblo mexicano sigue votando mayoritariamente por el PRI y sus aliados, PVEM y Panal.
Otra explicación es que tanto la izquierda como la derecha han demostrado padecer los mismos vicios que los priístas a la hora de gobernar y que no presentaron un proyecto alternativo de Nación, por lo que el electorado tiene poco espacio a donde hacerse. El PAN tendrá sin duda que acercar más sus propuestas a su proyecto de derecha y el PRD y Morena tendrán que explotar más sus propuestas de izquierda y presentar realmente un proyecto de Nación alternativo al neoliberalismo que resentimos desde hace tres décadas. Una explicación más es que quien ganó realmente fue la decepción y frustración de la población pues más de la mitad de los ciudadanos con derecho a votar no acudió a las urnas. Es decir, el triunfador real de las pasadas elecciones fue el abstencionismo. A eso hay que agregarle que los votos nulos alcanzaron el 5 por ciento, por delante de los totales obtenidos por partidos como Nueva Alianza, Humanista, del Trabajo y Encuentro Social. Los votos nulos ascendieron a un millón 621 mil 700 sufragios.
En efecto, el Programa de Resultados Preliminares (PREP) del Instituto Nacional Electoral (INE) –con el 84 por ciento de las casillas contabilizadas- registraba que la participación ciudadana durante la elección de este domingo es de 46.9 por ciento, es decir que el porcentaje de los votantes registrados en el padrón electoral que no acudieron a las urnas fue de 53.1 por ciento, más de la mitad. Esto permitió al PRI consolidarse como la principal fuerza en la Cámara de Diputados con sólo 9.5 millones de votos, es decir, el 28.77 por ciento, o con tan sólo el 11.37 por ciento del apoyo de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral. Así, más que la primera fuerza política del país es la primera minoría dado el respaldo alcanzado. Su principal aliado, el PVEM, llevaba 2.3 millones de votos, es decir, el 7.13 por ciento, gracias a la serie de trampas y mañas desarrolladas antes, durante y en el proceso electoral.
Los priístas también lograron alzarse con el triunfo en Campeche, donde su candidato Alejandro Moreno alcanzó el 40 por ciento de los votos; en Sonora, donde Claudia Pavlovich llegó hasta el 47 por ciento de los sufragios; en Guerrero, donde Héctor Astudillo, se impuso con el 36% de los votos; en San Luis Potosí, donde Juan Manuel Carreras, alcanzó también el 36% de los sufragios; y Colima, donde José Ignacio Peralto llegó al 40 por ciento de los votos.
El electorado parece que también ya olvidó lo desastroso que fueron las administraciones federales surgidas de las filas del Parito Acción Nacional (PAN), pues alcanzó 6.9 millones de votos, lo que equivale al 20.83 por ciento del total, lo que lo coloca como la segunda fuerza electoral en el Palacio de San Lázaro. Sus candidatos también triunfaron en Querétaro, donde Francisco Domínguez se alzó con el triunfo con el 467% de los sufragios, y en Baja California Sur, donde Carlos Mendoza Davis llegó hasta el 45% de los votos.
El gran perdedor de estos comicios fueron sin duda “los chuchos” que han usufructuado la patente de corzo que les ha representado el PRD. Tras la desmantelada que les puso Andrés Manuel López Obrador y Morena., sólo llevaban contabilizados 3.5 millones de votos de la elección del domingo pasado, lo que equivale solamente al 10.67 por ciento, aunque eso le alcanza para continuar como la tercer fuerza en la Cámara baja, todavía por arriba del partido que en cualquier momento lo desplazara y lo llevará a la extinción. Morena registraba el 8.62 por ciento de los sufragios, a partir de 2.8 millones de votos reportados. La cara no la alcanza a salvar Carlos Navarrete, presidente nacional del PRD, ni con el triunfo de Silvano Aureoles en Michoacán, dado que desde el principio se sabía que era una elección negociada, de ahí que lanzarán a un abanderado del PRI tan débil y desprestigiado como lo es “Chon” Orihuela. Con todo a su favor, Aureoles alcanzó el 36% para recuperar Michoacán presuntamente para el PRD. Aunque la realidad indica que quien ganó fue solamente un aliado de Peña Nieto.
GOBIERNOS DEL PRI
Los candidatos del PRI y sus aliados también lograron imponerse en las elecciones para gobernador en Campeche, Guerrero, Sonora, San Luis Potosí y Colima. En Campeche, Alejandro Moreno de la alianza PRI-PVEM se declaró ganador con base en encuestas de salida que, dijo, le daban una ventaja de 20 puntos sobre su más cercano rival. La dirigencia estatal, priista también se proclamó triunfadora en las alcaldías de Campeche y Ciudad del Carmen.
En Guerrero, la división de la izquierda permitió el triunfo del priísta Héctor Astudillo Flores, quien aventajó sin problemas a la perredista Beatriz Mojica Morga. El PRI también aventajaba en Acapulco, y en Chilpancingo, Ciudad Altamirano, Iguala, Tlapa y Taxco. En Zihuatanejo aventajaba el PRD. Por lo que toca a San Luis Potosí, Juan Manuel Carreras López de la coalición PRI-PVEM-Panal, se alzó con el triunfo con ventaja de cinco puntos sobre la aspirante panista Sonia Mendoza Díaz, según los resultados de las encuestas de salida.
En Sonora, la mayoría de los sondeos dieron desde el principio la ventaja a la candidata del PRI, Claudia Pavlovich Arellano, sobre el panista Javier Gándara. Así, los sonorenses dieron la espalda al gobierno de Guillermo Padrés Elías, a quien se le responsabiliza de enriquecimiento inexplicable. El PREP, con el 69.49% de las actas computadas, le otorgaba el triunfo a Pavlovich, con un 47.4% de los votos, sobre su contrincante panista, Javier Gándara, quien alcanzaba 40.8 por ciento de los sufragios.
Por lo que toca a Colima, José Ignacio Peralta Sánchez, candidato de la alianza PRI-PVEM-Panal, encabezaba el conteo de los votos por la gubernatura con 41.16% de los sufragios, sobre su contrincante Jorge Luis Preciado Rodríguez del PAN, que alcanzaba 39.31 por ciento.
GOBIERNOS DEL PAN
El PAN recuperó Querétaro. No sólo ganó la gubernatura del estado, en la que la ventaja de su candidato Francisco Domínguez Servién es irreversible, sino que también se impuso en ocho de las 18 presidencias municipales, entre las que destacan la capital Querétaro, Corregidora y San Juan del Río, las tres principales.
También en Baja California Sur se alzó con el triunfo el PAN. Su candidato Carlos Mendoza Davis, registraba el 44.71 por ciento de la votación, mientras que el priísta Ricardo Barroso Agramont tenía 31.74 por ciento, con lo que el blanquiazul retenía esta entidad. Los panistas también se habrían impuesto en las presidencias municipales de Los Cabos, La Paz, Comondú, Loreto y Mulegé, es decir, en todos.
MICHOACÁN PARA PRD
El candidato perredista Silvano Aureoles al gobierno de Michoacán, registró la mayoría de votos con 36% de los sufragios, seguido por el abanderado priísta, Ascensión Orihuela, que registraba 28 por ciento de los sufragios, lo que le permitía a los del Sol Azteca recuperar esta entidad. Orihuela adelantó que impugnará la elección porque, dijo, la campaña de Aureoles rebasó los topes de gastos de campaña.