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“Principio de un Estado totalitario”

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Como en su momento lo hicieron, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Sergio Pitol, José Emilio Pacheco y Elena Poniatowsca, galardonados también con el Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, Fernando del Paso advirtió: “México va en camino de un “Estado totalitario”. Las cosas no han cambiado sino para empeorar; continúan los atracos, las extorsiones, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, la discriminación, los abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo”.

Hace apenas unos días, la única escritora mexicana en recibir, en 2013, el también denominado Nobel de la Literatura Española, Elena Poniatowska, destacó en Pátzcuaro, Michoacán: el presidente “Lázaro Cárdenas del Río jamás hubiera permitido la entrega del poder al crimen organizado, ni la entrega del petróleo, tal como lo ha hecho el mal gobierno que tenemos hoy en día, así como tampoco hubiera permitido el crimen de los 43 estudiantes rurales de Ayotzinapa”.

La periodista, autora de “Hasta no verte Jesús mío” (1969), “La noche de Tlatelolco” (1971) y “Tinísima” (1992), criticó la suave postura que ha tenido el Estado respecto a la permisión de facto a los grupos del crimen organizado.

De Octavio Paz –premio Cervantes 1981- todo mundo recuerda su renuncia al cargo de embajador de México en la India en 1968, en señal de protesta por la masacre del 2 de octubre de 1968. Fue el único funcionario mexicano notable que abandonó al gobierno por este motivo expreso.

En 1970, en “Posdata”, escribió: “los estudiantes celebraron una reunión en la Plaza de Tlatelolco, el 2 de octubre. En el momento en que los recurrentes, concluido el mitin, se disponían a abandonar el lugar, la plaza fue cercada por el ejército y comenzó la matanza. Unas horas después se levantó el campo. ¿Cuántos murieron? En México ningún periódico se ha atrevido a publicar cifras. Daré aquí la que el periódico The Guardian, tras una investigación cuidadosa, considera como la más probable: 352 muertos. Los heridos deben haber sido miles, lo mismo que las personas aprehendidas. El 2 de octubre terminó el movimiento estudiantil. También terminó una época de la historia de México”.

Paz, autor de “Libertad bajo palabra” (1949), “El Laberinto de la Soledad (1950), “¿Águila o sol?” (1951) y “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe” (1982), destacó la “ferocidad de la represión mexicana”, y reprochó que la intensidad de reacción del gobierno no se había visto ni siquiera en regímenes efectivamente amenazados por revueltas sociales”.

En las elecciones federales de México en 2006 aún se recuerdan las duras críticas de Carlos Fuentes –premio Cervantes 1987- al candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador. Tras el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, al principio se mostró favorable a la candidatura del tasqueño para los comicios del 2012, pero poco antes de su muerte calificó a éste como a los otros candidatos, Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota, de “mediocres” y “poco interesantes” y aseguró que no votaría por ninguno de ellos.

El autor de “La región más transparente” (1958), “Las buenas conciencias” (1959) y “La muerte de Artemio Cruz” (1962), también lamentó que el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, estuviera ausente de la contienda porque, en su opinión, era el “más inteligente”.

Sergio Pitol –Cervantes 2005- y José Emilio Pacheco –Cervantes 2009- se han centrado en el trabajo literario y la difusión de la cultura, más que en la crítica o el ensayo político, aunque sus obras ofrecen una mirada desencantada de la realidad. Sin embargo, ahora, en foros internacionales destacó la declaración del escritor mexicano Fernando del Paso, en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el día en que se convirtió en el sexto autor mexicano en recibir el Premio Cervantes:

“Criticar a México en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza y aprovecho este foro internacional para denunciar a los cuatro vientos la aprobación en el Estado de México de la bautizada como Ley Atenco, ley opresora que habilita a la policía a apresar e incluso a disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten, según su criterio, contra la seguridad, el orden público, la integridad, la vida y los bienes, tanto públicos como de las personas”. Subrayó: “es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan sólo el principio de un Estado totalitario que no podemos permitir. No denunciarlo, eso sí me daría aún más vergüenza”.

De un extremo a otro, lo mismo en la cultura que en el deporte, en la inseguridad como en la proliferación del narco, en las violaciones a derechos humanos, en tanto se desviven por engañar a los mexicanos ofreciéndoles paquetes turísticos, en la corrupción, la impunidad, los conflictos de interés, las compras y ventas fraudulentas, México va armando un rompecabezas indeseable para el mundo. Pero no nos equivoquemos, no es México ni su pueblo: son ellos, los gobernantes.

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