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¿Qué omiten los partidos políticos en sus spots de campaña?

 

Por: Ivonne Acuña

 

En las pasadas semanas la población en México ha sido testigo de un enorme número de mensajes políticos, conocidos como spots, bajo el pretexto del periodo de precampaña que han iniciado los diferentes partidos políticos con el objetivo de elegir a quienes han de buscar los votos ciudadanos en los comicios del 7 de junio, en los que se elegirán 9 gobernadores, los 16 delegados del Distrito Federal, los 500 diputados de la Cámara de Diputados, además de 641 diputaciones locales y 993 alcaldías.

Es de llamar la atención que las precampañas suponen procesos al interior de cada partido político para elegir a sus candidatos en cada uno de los puestos                                                                                                                                                         por competir y que la mayoría de los spots transmitidos a nivel nacional no muestran a los personajes a ser elegidos, sino que son mensajes de los partidos tratando de convencer a la ciudadanía de las bondades de votar por ellos, lo que anticipa que en los meses por venir tendremos exageradamente más de lo mismo.

En estos spots los partidos no se dibujan de cuerpo entero mostrando su verdadera naturaleza, sino pasando por alto sus “pecadillos” y privilegiando, con cinismo, aquello que las y los mexicanos quisieran ver convertido en realidad. Es el caso de los tres más grandes, PRI, PAN, PRD; mientras que a diferencia de éstos, los partidos pequeños, PVEM, PANAL, PT, Movimiento Ciudadano y los nuevos, Partido Movimiento Regeneración Nacional, Partido Frente Humanista y Partido Encuentro Social, buscan capitalizar el gran descrédito de sus hermanos mayores.

Haciendo un breve análisis de los spots principales de los 10 partidos registrados a nivel nacional, se encuentra que el spot del PRI -al parecer en referencia directa a la expresión “Ya sé que no aplauden” , de Enrique Peña Nieto el día que anunció las medidas anticorrupción y el nombramiento del nuevo secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade-, comienza con la afirmación  “En el PRI te aplaudimos”. Y ¿a quién le aplaude el PRI? A quienes ayudan a atender a sus familiares enfermos, a los mexicanos que se unieron en el Terremoto del ’85, a la calidez de los mexicanos, al ingenio del trabajador mexicano, pero, nada de eso habla del PRI. Cierra el spot con las frases “Por todo esto los priístas admiramos a los mexicanos que trabajan para disfrutar de lo que más quieren. PRI, trabajando por lo que más quieres”. Destaca, en este caso, que el PRI  ante las crisis política, de credibilidad y confianza que enfrenta su activo más preciado, el presidente de la República, prefiere hablar bien de mexicanas y mexicanos y de su admiración por ellos, antes que aceptar que en los últimos meses los altos funcionarios de su partido van de tumbo en tumbo, en asuntos como Tlatlaya, Ayotzinapa y las “Casas blancas”.

 El PAN, por su parte, sostiene que  –“México no se mueve, está en pausa, detenido por la economía, detenido por la violencia y manchado por la corrupción. México no está contento, no tiene nada que aplaudir”, en clara respuesta a los aplausos que el PRI dedica a la ciudadanía. Sin embargo, omite decir que durante el sexenio de los dos presidentes panistas tampoco hubo un despegue económico y que ambos contribuyeron a profundizar la corrupción y la violencia, y que si “México no está contento”, no se alegrara por la riqueza que Vicente Fox y su familia política amasaron al amparo del poder público o por los “efectos colaterales” de la “guerra” de Felipe Calderón contra el narco o por los “moches” que reciben sus diputados para asignar más presupuesto a un gobernante u otro ¡¿A poco no?!

Mientras que el PRD -en un spot algo confuso que más parece un monólogo de Cantinflas “Pasan los años y la historia se repite. Pero no, lo que se repite, son los errores. En cambio hay cosas que no sólo se repiten, siguen siendo lo mismo” (sic)-, pregunta que si la economía va mejor, a ti ¿por qué no te alcanza? Y que si la seguridad es un hecho ¿por qué nos faltan 22 mil? Se dicen conscientes de lo que no funciona en México y se ofrecen para ser la voz de la ciudadanía y claro, muy convenientemente, callan la “pequeña contribución” que su alcalde en Iguala, José Luis Abarca, hizo a los desaparecidos con los 43 normalistas de Ayotzinapa. No hablan tampoco de la enorme corrupción del gobernador con licencia de Guerrero, Ángel Aguirre y su familia.

Por otro lado, más allá de los spots resaltan los conflictos internos del PAN y el PRD y la forma en que están decidiendo a los candidatos de cada partido en una lucha de facciones, donde personajes como Margarita Zavala, en el caso del primero, y Marcelo Ebrard y René Bejarano, del segundo, son echos a un lado por los maderistas y los chuchos.

Y en tanto ¿qué hace la chiquillada? El PVEM se sirve con la cuchara grande con una campaña mediática tanto o más intensa y extensa que la de Enrique Peña Nieto cuando era gobernador del Estado de México. Presume de logros como la prohibición del uso de animales en los circos, de que el que contamina paga, de que ya no sean obligatorias las cuotas en las escuelas públicas y de los polémicos “vales de medicamentos”. Pero lo que la ciudadanía no sabe es de dónde salen los recursos para pagar los mensajes proyectados en los cines, para los spots televisivos y radiofónicos, para los espectaculares y la impresión de la sonriente cara del gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, si, aquel que gusta ser llevado “en andas”. No conocen asimismo por qué el INE ha sido lento, en el mejor de los casos, u omiso, en el peor, para sancionar una conducta que genera una enorme inequidad en el proceso electoral y tampoco explican que los vales de medicamentos, siendo una política del gobierno federal, del PRI por supuesto, beneficiarán al otro negocio familiar, el del Dr. Simi. Tampoco hablan sobre su nexo con Televisa, cuyas estrellas Raúl Araiza y Galilea Montijo explican, a quien los escucha, porque el Partido Verde es verde.

La lógica de los demás partidos es tratar de capitalizar el desgaste de los tres grandes. Entre éstos destaca Morena cuya posibilidad de posicionarse como un partido mediano, tan sólo a unos meses de su creación, radica en el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador y la enorme base social que el movimiento ha construido. AMLO, a sabiendas de su fuerza como el principal líder opositor, ha decidido convocar personalmente a votar por su partido, asegurando que “Morena significa seguridad, empleo, justicia y bienestar para todos”, que la honradez es su bandera y que no permitirán la corrupción. Es este uno de los mayores retos de este nuevo partido, evitar que la gente que abandona el PRD para formar parte de sus filas lleve consigo los mismos patrones de clientelismo y corrupción, así como la lógica de las cuotas y la “rebatinga” por los recursos instaurada por las llamadas “tribus” y que en poco tiempo se independice de su “creador” para ir por la libre como lo hizo el PRD desconociendo los valores que le dieron origen.

En un nuevo spot AMLO va más allá al sostener que “Lo advertimos, dijimos que nos iban a llevar al despeñadero”, en clara alusión a los cuestionados resultados del actual gobierno, y con la idea de que “vale más tarde que nunca” reitera que “Morena es la esperanza de México”.

Entre los partidos pequeños, el Partido del Trabajo basa sus spots en enfatizar que, a diferencia de otros partidos, el del Trabajo no hizo “pactos” para apoyar las llamadas reformas estructurales y en reafirmar que “Decidimos ser la oposición, decidimos ser de izquierda. Decidimos luchar día a día. Decidimos ser de izquierda. Decidimos defenderte, decidimos ser de izquierda”. Lo que no dicen es que, por principio, ellos no firmaron el pacto para las citadas reformas porque no fueron convocados, fue un acuerdo entre los “tres grandes”.

Movimiento ciudadano, por su parte, presenta una imagen artística de sí mismo, donde con música y color naranja convoca a estar unidos, ser solidarios, a recuperar el respeto, la dignidad y la justicia en camino hacia un país mejor, para que México brille, en un claro intento de seguir formando parte del espectro político y tratando de resistir la embestida que podría significar la competencia con Morena.

El PANAL se viste de turquesa, tratando de incluir a un amplio espectro de ciudadanos y ciudadanas al preguntarles si son: ¿Amarillo o azul? ¿Fresa o pandrosa? ¿Dark o punketo? ¿Hipster o Emo? ¿Madre o trabajadora? (aquí no se entiende porque no se puede ser las dos cosas como millones de mujeres en este país). El spot termina con un pretendido aire joven y fresco cuando la última persona acepta ser turquesa “a huevo”, ocultando sus nexos con la burocracia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y explotando en otro spot el orgullo de ser docente, aludiendo a la reconocida labor magisterial e ignorando los conocidos nexos políticos entre el SNTE y el partido.

Otro nuevo partido, el Frente Humanista busca impactar a las y los votantes afirmando que su spot fue grabado con un celular “porque no queremos gastarnos tu dinero en anuncios caros”, por respeto y porque no quieren robarse el dinero de la ciudadanía, pero sin decir que hará entonces con el presupuesto que el INE destina a cada partido en periodo de campaña.  Al respecto, cabe decir que todavía no han tenido tiempo de “robarse nuestro dinero” y que eso de la austeridad será algo que deberán sostener con hechos si logran mantener su registro.

            Finalmente, Encuentro Social se pinta a sí mismo como un partido de ciudadanos que se cansaron de esperar la oportunidad de participar. Busca tener presencia entre los votantes al convocar a personajes de la vida pública como el actor  Alejandro Camacho que en el spot sostiene “Llevamos mucho tiempo queriendo participar y nadie nos escucha”, ante la falta de cuadros o candidatos con sólidas trayectorias políticas o con conocimiento de la materia que han de tratar.

En resumen, los partidos grandes tratan de ocultar la mugre bajo la alfombra, mientras los pequeños y los nuevos buscan mantener o arrebatar a los primeros una parte del pastel.

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