Por: Ivonne Acuña Murillo
(23 de marzo, 2016)..- De manera anticipada, como se acostumbra desde el sexenio de Vicente Fox Quezada, la sucesión presidencial en México ya está a todo lo que da y los golpes por arriba y por debajo de la mesa están a la orden del día en contra de uno de los interesados en contender por la presidencia.
Ya se conocen las intenciones de Margarita Zavala, de Miguel Ángel Mancera, de Pedro Ferriz de Con y, por supuesto, de Andrés Manuel López Obrador para ocupar la silla presidencial. Suenan igualmente otros nombres de posibles “presidenciables” como el de Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray Caso, Manuel Velasco Coello, Rafael Moreno Valle, Eruviel Ávila Villegas, Aurelio Nuño Mayer, Manlio Fabio Beltrones y otros más.
Sin embargo, con excepción de AMLO, actual presidente de MORENA, ninguno de la y los aquí citados han comenzado a recibir ataques directos buscando no sólo dañar su imagen sino sacarlos de la contienda electoral de 2018. Los ataques al tabasqueño provienen de varias fuentes, he aquí algunas de ellas.
Manlio Fabio Beltrones, actual dirigente del PRI, se ha lanzado, desde el año pasado, en contra de Andrés Manuel López Obrador. Ha tomado “pie juntillas” una de las labores encomendadas a él por su partido: “bajar a como dé lugar” a AMLO de la contienda electoral del 2018. Por supuesto, la otra tarea es ganar las elecciones de este 2016, las del próximo año y preparar el terreno para la elección presidencial de 2018.
Los ataques directos contra AMLO empezaron pronto, en agosto de 2015 Beltrones lo acusó de ser “un político amargado obsesionado con el poder” a lo que el tabasqueño reviró “Beltrones es un mafioso”. En noviembre del mismo año, Manlio, en su calidad de presidente del PRI, afirmó que su partido enviaría iniciativas para modificar la ley electoral e impedir que líderes políticos que aspiran a ser candidatos utilicen los tiempos oficiales de los partidos para posicionarse, como de manera “tramposa, inmoral y poco ética” lo han hecho Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya, actual presidente del PAN.
En respuesta, López Obrador afirmó que la propuesta de reforma electoral de Beltrones era contra él, pues éste quería borrarlo de la Radio y la Televisión, “a pesar de tener a la mayoría de los medios de comunicación acaparados”. En otro momento, López Obrador calificó la “Ley Beltrones” como otro “desafuero con miras al 2018”.
Curiosamente Manlio también criticó a Anaya cuando tres meses antes, en agosto del año pasado ambos, Beltrones y Anaya, arremetieron en contra de MORENA. Como se puede observar, las posturas en política pueden cambiar en cosa de meses, días, horas, si así conviene al político involucrado y dependiendo de lo que esté en juego.
Es así que, “el Bronco”, ex priísta y ex candidato “independiente” y hoy gobernador de Nuevo León, apoyó a Beltrones y su intención de limitar la exposición mediática de AMLO, afirmando que “Que quien quiera anunciarse batalle por obtener los recursos, y que la TV y la radio comercialicen los tiempos”. ¿Será que finalmente, el Bronco no puede olvidar su pasado priísta ni romper los lazos que por años lo unieron a ese partido? O ¿Se siente presidenciable por lo que también está en la obligación de pegarle a AMLO?
Beltrones se dice preocupado “por el abuso del uso de los tiempos oficiales por parte de algunos políticos que andan promoviendo sus figuras personales en lugar de las propuestas de los partidos políticos”, siendo esta “anomalía” la que se evitaría con la conocida como “Ley Beltrones” o “Ley anti-AMLO”. Sin embargo y de manera contradictoria, no es ésta la única modificación de peso y, tal vez, ni siquiera la más importante, pues mediante dicha iniciativa se pretende que los partidos políticos puedan, nuevamente como ocurrió con la corta vida de la “Ley Televisa”, “regalo” de Vicente Fox Quesada a Televisa y TV-Azteca , comprar tiempo de radio y televisión.
Lo anterior supone no sólo que grandes sumas de dinero público (impuestos) irían a parar a las arcas de los empresarios de Medios, sino la generación de una enorme inequidad, pues quien más dinero tenga más podrá exponer su imagen, mensajes y campañas electorales dejando, por supuesto, a los partidos y candidatos con menos recursos en desventaja, como parcialmente ya ocurre. Todo frente a una población acrítica que cuando se informa, si es que lo hace, encuentra en la Televisión, en primer lugar, y en la Radio, en segundo lugar, su fuente privilegiada de información.
Pero no sólo el presidente del PRI está preocupado por el avance de AMLO, en los meses de mayo y agosto de 2015, uno de los principales comunicadores de Radio Fórmula, también columnista del periódico El Universal, Ciro Gómez Leyva, se hizo la pregunta obligada, para su medio y para todos aquellos interesados en no dejar pasar a López Obrador: ¿Quién puede derrotar a López Obrador en 2018?
La pregunta no es retórica, en su colaboración Gómez Leyva parece apuntar a una preocupación, incluso personal, que debería ser atendida con prontitud y seriedad por los sectores políticos y económicos que ven a López Obrador como “un peligro para México”. El mismo Ciro hace propuestas sobre quién y desde qué escenarios es posible derrotar al político en cuestión.
Nuevamente, en enero de 2016, Manlio Fabio volvió al ataque y en entrevista radiofónica con Adela Micha afirmó que AMLO no tiene militantes sino “pejezombies” , exponiendo a la militancia de su propio partido a un trato igual, pues se podría hacer el mismo juego de palabras con las siglas del PRI y llamar a sus militantes “prisaurios”, “prigartos”, o “prizombies”, aprovechando la misma idea. Sin embargo, el presidente del PRI parece no ser consciente de que este tipo de alusiones desvalorizan la disciplina partidista, la orientación ideológica, el espíritu de cuerpo y la lealtad partidista, factores todos presentes más en su partido que en un ningún otro, por lo que la agresión a su contrincante político puede convertirse en un disparo en el propio pie.
El último movimiento para tratar de desbarrancar a AMLO tuvo lugar los primeros días del mes de marzo. Consistió en sacar del aire dos de sus spots, el primero titulado “Derroche” en el que critica la compra del nuevo avión presidencial y en el que afirma qué en 2018 el aparato será vendido ; y el segundo, un spot donde el político afirma que “Morena es la esperanza de México” . La explicación para bajar dichos spots fue una supuesta promoción personal con miras al 2018.
Pero, no sólo desde la presidencia del PRI y apelando a la ley electoral se intenta frenar a López Obrador, una estrategia más tiene como escenario la prensa escrita y consiste en el golpeteo constante a la figura de AMLO. Es el caso de hace unos días, 21 de marzo para ser exactos, cuando el columnista Ricardo Alemán afirmó que “el mejor ejemplo del cascajo político es AMLO, a quien el PRI colocó en el bote de basura y lo recicló el PRD de Cuauhtémoc Cárdenas. La historia la conocen todos, López traicionó a Cárdenas, uso y abuso del PRD y luego lo traicionó para más tarde crear MORENA”
Alemán pasa por alto datos como que fue López Obrador el que salió del PRI junto con la corriente nacionalista que discrepó del modelo económico neoliberal adoptado por el partido a instancias de Carlos Salinas de Gortari y que hoy tiene a México y el mundo dividido entre “ganadores” y “perdedores” aumentando la brecha entre ellos y elevando como nunca antes las cifras de pobreza y la violencia civil provocada por la lucha por los recursos. Olvida igualmente que AMLO no traicionó a Cárdenas, sino que construyó un liderazgo social y político propio distinto al de éste, si a eso se le llama traición realmente la política mundial a lo largo de la historia está llena de traidores. Igualmente, deja de lado todos los beneficios electorales y, por tanto, económicos y políticos, que López Obrador produjo para el PRD y sus candidatos cuando le sumaba votos. Deja pasar también la existencia de al menos una corriente al interior del PRD, la de los llamados “Chuchos”, que pactó con el PRI y el PAN en detrimento de su propio partido y de la acción de AMLO.
En fin, el recuento de estrategias, golpes bajos, publicidad negativa, grupos y personajes involucrados para impedir a Obrador llegar a la presidencia de la República y con él un proyecto de capitalismo atenuado, atentatorio de los grandes intereses económicos que hoy gobiernan a México y el mundo, podría continuar llenando el espacio de páginas y páginas. Pero no es éste el objetivo primordial de este texto, sino sólo dejar constancia, por si fuera necesario, de que la guerra sucia en contra de López Obrador continua por todo lo alto, pero, sobre todo, anotar algunas ideas en torno a esta insistencia por dejarlo fuera de la contienda electoral.
Una certeza emerge de los continuos ataques de Manlio, sus correligionarios, el PAN, comunicadores y todos los que se suman en contra de AMLO y ésta es que nuevamente, por tercera vez, López Obrador es el candidato a vencer en las elecciones presidenciales. Lo anterior no habla solamente de un candidato “eterno” obsesionado por ocupar la silla presidencial, como continuamente se le califica, sino de la necesidad de una población que no ve que sus problemas y necesidades sean atendidas por quien gobierna.
Primero el PRI perdió ante el cansancio ciudadano y su necesidad de un “cambio”. Éste vino de la mano del PAN y Vicente Fox, quien al final resultó ser un “buen candidato” y un “mal presidente” y de Felipe Calderón Hinojosa, cuyo “legado” más visible es la “guerra contra el narco”, alrededor de 26 mil personas desaparecidas y el desarrollo de lo que a todas luces parece una “guerra civil”.
La falta de empleos, un precario crecimiento económico, aumento en el número de pobres, falta de oportunidades de desarrollo personal, familiar y grupal, inseguridad y violencia cotidianas, una creciente desigualdad que pinta al país como uno de los más desiguales del mundo, más de 7 millones de “Ni-nis”, la explotación desmedida de los recursos naturales, la contaminación ambiental, la pérdida de soberanía alimentaria y un sinfín de etcéteras pavimentan el camino para que López Obrador vuelva a presentarse como “la esperanza de México”.
No basta que Enrique Peña Nieto y sus voceros alerten en contra del populismo, suponiendo que éste sólo pueda darse de un lado, si las condiciones para su surgimiento siguen vigentes.
Desde este punto de vista, el liderazgo de López Obrador no se origina en su deseo o necedad de gobernar este país, sino de las necesidades y demandas no satisfechas de sus seguidores y en todo caso, de las cualidades que éstos le reconocen. Esto no quita que el mérito de AMLO sea “haber dado en el clavo” al hacer un diagnóstico tan cercano a lo que, por lo menos una tercera parte de las y los votantes, piensan como problemas a resolver por parte de un gobernante.
Puestos en este escenario, la pregunta entonces no sería ¿Quién puede derrotar a López Obrador? sino ¿quién puede cambiar, para bien, las circunstancias que sirven de caldo cultivo a López Obrador y que hacen de su propuesta de Nación alternativa, la que más se acerca a las necesidades de un pueblo ávido de buenos gobiernos y harto de las promesas incumplidas y de los resultados insuficientes que los tres grandes partidos, PRI, PAN, PRD, han dado hasta la fecha?