La implementación de la reforma energética ya da “jugosos frutos”. Para empezar, la riqueza petrolera del país se esfumó. Las reservas probadas de hidrocarburos perdieron casi la mitad de su valor el año pasado, debido no sólo a la caída en los precios internacionales del crudo, sino a una importante reducción en el volumen de esos recursos.
Datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) valuaban esos recursos, petróleo crudo y gas, en 2014, en 429 mil 138.8 millones de dólares. Un año después, perdieron su valor en casi 218 mil 860 millones de dólares, y al 1 de enero de 2016, el valor económico de las reservas probadas de hidrocarburos del país se ubicaron en 210 mil 278 millones de dólares.
Además, las reservas probadas registradas durante 2015, se redujeron 22.1%, “pasando de 12 mil 380 millones de barriles de petróleo crudo equivalente al 31 de diciembre de 2014, a 9 mil 632 millones al 31 de diciembre de 2015”, como señala el informe FORM20-F que Pemex envió a la Comisión de Valores de Estados Unidos el pasado 16 de mayo. El cómo se disminuyen estas reservas frente a una baja en la producción, exportación, venta del crudo, sigue siendo un gran misterio, o una renglón más de los muchos en los cuales a PEMEX nunca le cuadran las cuentas.
En otro ejemplo, a partir de este mes, Pemex dejó de importar gas LP para el consumo nacional, y ahora es el sector privado quien lo hace y se beneficia de los precios conseguidos en la frontera. Para los consumidores y en comparación con el precio ofrecido por la petrolera estatal en sus centros de producción los precios sufren permanentes incrementos. El mercado mexicano de gas LP consume diariamente 285,000 barriles diarios, de los cuales Pemex importaba 85,000 barriles al día y se producían en promedio 200,000. Ahora, con la apertura en la frontera, los privados ya importan todo e incluso han comenzado a desplazar al producto nacional.