La posibilidad de que una persona migrante indocumentada ocupe una curul en el Congreso de México de manera virtual y que a través de la tecnología pueda llevar la voz de un sector de la población históricamente excluido, podría parecer sacado de una película de ciencia ficción. Sin embargo, esta idea podría convertirse en una realidad tangible en México en el próximo periodo legislativo si tenemos a las y los candidatos correctos.
De acuerdo con el artículo 35, inciso II de la Constitución Mexicana, todos los ciudadanos mexicanos, incluidos los migrantes, mantienen el derecho de ser votados. Este derecho no se pierde al migrar o al residir en el extranjero, garantizando así que los migrantes conserven plenos derechos políticos, independientemente de su estatus migratorio.
En un nivel diferente este tema cobró relevancia hace unos meses durante un proceso electoral interno del partido Morena cuando Elvira Arellano, se postulaba para ser consejera nacional de Morena. Elvira Arellano, una líder social que trabaja por los derechos de los migrantes indocumentados, fue detenida en 2002 por agentes de migración y en 2006 su caso llamó la atención de los medios, cuando se refugió en una iglesia para evitar ser deportada y separada de su hijo.
Durante el proceso de diálogo y discernimiento para elegir consejeros de Morena, algunos compañeros expresaron su preocupación con la candidatura de Elvira, por la imposibilidad de que ella pudiera viajar y estar físicamente en México para hacer valer su voto y poder representarnos a los migrantes. Si bien le reconocían su liderazgo, les preocupaba que al ser electa estuviéramos perdiendo un espacio de representación.
Hubo voces que le pidieron que declinara su candidatura, sin embargo ella se mantuvo firme. A mi por el contrario, me parecía y me sigue pareciendo de suma importancia que la voz de una inmigrante indocumentada sea escuchada en los espacios de toma de decisiones, porque los migrantes independientemente del estatus migratorio, gozamos plenamente de nuestros derechos políticos en nuestro país de origen. Es decir; tenemos derecho a votar y ser votados. Y ese derecho sólo puede ser limitado, restringido o suspendido por una orden judicial. Cuando migramos no cometemos ningún delito, ni falta administrativa, ni contravenir ningúna disposición de la legislación vigente en nuestro país de origen, que tenga como consecuencia la limitación de nuestros derechos políticos. Entonces, ¿por qué no vemos a los inmigrantes indocumentados en los espacios de representación política en México?
Me parece que son tres razones principales:
1. Exclusión sistemática. Los inmigrantes indocumentados son en su mayoría los migrantes más desprotegidos, desde su país de origen, muchos de los cuales son indígenas o de los grupos más vulnerados de nuestra sociedad. El sistema desde sus lugares de nacimiento ha impuesto limitantes para tener acceso a educación y oportunidades y son empujados a emigrar por estas carencias. Según Pew Research, se estima que hay 4.9 millones de mexicanos indocumentados en Estados Unidos. Muchos de los migrantes indocumentados son indígenas, para los que el español es su segundo idioma y pasan de su idioma originario a la comunicación en inglés, con las barreras que esto representa. Son los migrantes menos vistos, porque ni siquiera los reconocemos, no hay políticas públicas que los identifiquen y que puedan identificar sus necesidades. Durante este gobierno reconocemos que por primera vez se ha hecho el esfuerzo de visibilizar y nombrar a los migrantes indígenas, pero estos esfuerzos son externos, es decir que no surgen de la voz y necesidad de los propios migrantes indocumentados indígenas para decidir sobre lo que se debe hacer.
Aunque bien intencionadas estas acciones, surgen del escritorio de un servidor público que con buena voluntad decide tomar medidas que impulsen la inclusión desde su visión externa.
Hay perfiles de personas altamente cualificadas de la comunidad que tendrían mucho que decir y hacer porque han vivido la experiencia de ser migrantes indocumentadas tenemos a Elvira Arellano o Cielo Gómez quien es una mujer indígena, con más de 20 años de trabajo con la comunidad migrante, quien en 2015 cuando Morena apenas surgía como partido fue candidata a diputada migrante. Su trabajo destaca en el área de Florida pero al ser una de las pocas —si no es que la única— traductora certificada de tzeltal, tzotzil, inglés y español, el impacto de su trabajo por los migrantes indígenas e indocumentados es altísimo en todo Estados Unidos. Lo que ellas y su experiencia tienen que aportar es valiosísimo.
¿Por qué no hay migrantes indígenas y/o indocumentados decidiendo las políticas públicas, los programas y las acciones de gobierno dirigidas a su comunidad? Porque no están ocupando los espacios de representación que por derecho propio podrían.
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- Inercia política. La política es un quehacer de las élites, estamos rompiendo con esa inercia política pero aún hay mucho por hacer en nuestra cultura política como mexicanos tanto interna, como externamente. Imaginar que un migrante indocumentado pueda ocupar una curul, aún se ve como un imposible. ¿Cómo va a votar, si se va se estará auto deportando? Son algunos de los primeros comentarios que surgen cuando se hace el planteamiento.
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- Remesas sin representación. Los migrantes indocumentados envían remesas a las zonas más pobres del país, sus envíos de recursos son un muro de contención a la pobreza extrema. Construyen escuelas, promueven la cultura y tradiciones, colectivamente el envío de remesas permite evitar estallidos sociales por la pobreza extrema en la que vivirían sus comunidades sin estos envíos de dinero. Cuando López Obrador los llama héroes vivientes, es porque lo son. El monto total de la inversión extranjera no llega a los números del envío de remesas, y mucho menos le llega a lo más profundo de la base social del país. Y sin embargo, no hay un sólo representante de este sector en la mesa de toma de decisiones.
Una solución tecnológica.
En el pasado había limitantes tecnológicas que impedían la participación política de los inmigrantes indocumentados, sin embargo hoy la historia es distinta.
Durante la pandemia el uso de la tecnología permitió a los diputados, continuar ejerciendo sus cargos en plenitud, desde la distancia. Con lo cual, la presencia física de una persona en el Congreso ya no es una excusa. La pandemia nos enseñó que si se puede y hoy por hoy ya se hicieron las reformas legales y técnicas que harían posible tener una curul ocupada por una persona migrante e indocumentada.
Si bien, durante la pandemia estos cambios eran provisionales, desde el pasado 17 de octubre, se aprobaron reformas que hacen permanente esta opción. El 18 de Octubre de 2023 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto por el que se adiciona un Título Décimo Primero al Reglamento de la Cámara de Diputados, en materia de sesiones y reuniones semi-presenciales, con lo cual los representantes migrantes podrían ejercer el cargo independientemente de su estatus migratorio en su país de acogida. Esto abre la puerta a la inclusión de uno de los grupos más vulnerados, casi cinco millones de mexicanos sin papeles, tengan representación política.
Antes de escribir este artículo, platiqué con Elvira Arellano y palabras más palabras menos, me decía que en el tema migratorio “primero los pobres”, se traduce en primero los migrantes que no tienen regularizada su situación migratoria.