(15 de octubre, 2014).- La fórmula inseguridad-crisis económica no tiene un resultado óptimo y mucho menos tranquilizante o esperanzador, sino todo lo contrario. Las cifras que se han dado a conocer sobre la disminución del consumo en el mercado interno marca advierte señales de alarma. Sobre todo si estas cifras y porcentajes se comparan con los reportes que sobre “nuevos empleos” se obtienen del IMSS. Si, como se indica en ellos, se tiene asegurada la creación de 650 mil empleos, las adquisiciones tendrían que ser mayores y, sin embargo, no es así. Y causas sobran: van desde esa formalización que empujó Hacienda por lo que no se crean plazas sino que se registraron las ya existentes y que estaban en la informalidad. Otro renglón señala que los salarios no son mayores a 3 mínimos, lo cual evita que puedan adquirirse todos los productos o bienes que se requieren.
Se ahonda la inquietud sobre lo sano de la economía y el futuro que se espera cuando con una tranquilidad que extraña el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens asegura que “México cuenta con instrumentos para enfrentar la volatilidad en precios del petróleo”. Palabras de garantía que se han escuchado más de una vez y los efectos que sentimos los ciudadanos son totalmente contrarios. Han hablado de blindajes, de soportes, de pesadillas del pasado, de que ya no nos volverá a dar gripe apenas se estornuda en EU, que hay reservas y finanzas sanas, que los montos del guardadito en el extranjero son suficientes para enfrentar crisis y, si volteamos al revés nuestros bolsillos, si comparamos los ingresos por iguales o peores jornadas de trabajo, si nos atenemos a los precios que rigen el mercado sin ningún control, si checamos que los dólares están inimaginablemente caros en su cotización del día y que igual sucede con las UDIS, nos encontramos justo frente a otra sacudida económica fenomenal.
Porque al bajar los precios del petróleo todas esas cuentas alegres sobre lo que recaudarían en el 2015 y que aparece en el Presupuesto de Ingresos y lo que intentan gastarse y que registraron en el de Egresos, no son sino sueños guajiros, bases para que crezca el endeudamiento que es lo único que se ha rebasado, que no tiene antecedente en la historia y que tiene hipotecado a medio país. Dice don Agustín que hay instrumentos creados como los fondos de estabilización y la posibilidad de coberturas que mitigan la volatilidad del precio y sus efectos en nuestra economía. Solo que no es fácil reponer lo que se lleva perdido que es el 7.1 por ciento del precio calculado por barril y solo en lo que va de este mes.
Toda esta información no hace sino dar la razón a quienes desde hace tiempo señalamos que es necesario incentivar la producción interna, garantizar un mínimo de satisfactores y de alimentación para la población hechos en México, manejar realmente de manera autónoma la economía, sin depender de esas ventas que, como nietos del abuelo hacendado, realizan desde hace décadas los Ejecutivos Federales con todas las bendiciones de gabinetes que se han enriquecido en grado superlativo y que han impedido que el país se desarrolle. Porque no fueron capaces de incentivar a la petroquímica para que en lugar de importar gasolinas las exportáramos, para utilizar todas y cada una de las ramas de la petroquímica para vender al exterior diversos productos que se utilizan en casi todas las fabricaciones. No, solo han sabido vender barriles y barriles de materia prima, nada más. Y ahora resulta que esas extracciones y ventas las harán extranjeros, los veremos de lejos explotar nuestro subsuelo y recibir a cambio unas cuantas monedas.
Si existen, según Hacienda seguros para estas reducciones, ¿cuánto cuestan? ¿a quién o a quienes se les compran? ¿cuál es la vigencia? ¿qué tanto cubren? ¿en verdad existen? Porque entonces tiene aún menos explicación el sobreendeudamiento que existe. Habrá que ver que la mayoría de los que conforman los pocos millones que no están hundidos en la miseria, tienen que pagar la banqueta, el alumbrado público, la pavimentación de las calles, la recoja de basura, todos los trámites, servicios médicos porque aún utilizando el IMSS o el ISSSTE o el Seguro Popular, resulta que no hay medicamentos; si se viaja por carretera se paga, si es por avión, también.
Para garantizar un empleo de 5 salarios mínimos hay que mandar a los hijos a la escuela privada, por lo que también sale de nuestros bolsillos; pero si se está en una pública no es verdad que es gratuita porque hay que entenderse con las cuotas voluntarias, con el mantenimiento de las aulas y ahora hasta con el material que utilizan los maestros. A todo ello tendremos que agregar que pagamos doblemente el agua. Por un lado la que se utiliza para el aseo del hogar, bañarnos, etcétera, pero también la que tomamos, los garrafones de “purificada” o los envases que, hemos demostrado, rellenan en las tomas de agua de las calles los mismos repartidores –la denuncia sobre este hecho en agua que vende Bonafont, recibió en un par de semanas cerca de millón medio de visitas en Youtube-. En tanto que Peña Nieto habla de que los derechos humanos son piedra fundamental en el país, dos de ellos, el del agua y el servicio de energía eléctrica no se respetan ni siquiera porque son de sobrevivencia.
Uno se pregunta ¿qué hacen entonces con nuestros impuestos, con lo que recaudan? Porque si de clase media para arriba que somos los que pagamos todo aquellos que se nos debe entregar a cambio de los gravámenes, estuviéramos ciertos de que esta duplicidad evita que se tengan miserables, pobres al extremo, que hubiese una brecha menor entre unas clases sociales y otras, valdría la pena, pero no es así. No solo se trata de no aplicar debidamente lo que se recauda, sino que nos endeudan, se multiplica la pobreza, se debilita la manufactura nacional, se extermina al campo. ¿Será acaso que la indolencia en la que hemos permanecido tantos años, sin reclamar, sin exigir cuentas, aceptando la creciente corrupción, nos está pasando en el presente la factura?
Con gran orgullo nos reportan los de Hacienda que han captado en IVA un 18.8 por ciento más de lo que se capturó durante los mismos meses del año anterior. Y como no va a ser de esa manera si les dieron un gran golpe a las zonas fronterizas con la homologación, si se gravaron los refrescos, los alimentos para perros, los chicles, si se canceló la exención para el transporte foráneo, si hemos visto cómo aumentó el precio de los servicios gubernamentales en todos los renglones. La paralización en las obras públicas ha traído muchas consecuencias y seguramente que esa captación de la que presumen de nueva cuenta es producto del asalto al ciudadano y nada más.