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Sexenio sin soluciones

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Cada día la agenda presidencial se engrosa, no se resuelve ninguno de los problemas que se presentan a cada momento y los anteriores esperan el juicio de los justos. Así, en tanto crecen y se multiplican los reverses en el terreno económico y financiero, se derrumban las esperanzas presidenciales de entregar las reservas petroleras “a bote pronto” a cualquier precio –ni regalado les parece a las empresas extranjeras que este suelo sea el apropiado para invertir-, el número de muertos se incrementa con cifras mucho mayores a las que se registran en guerras y frente a guerrillas en otros puntos del Orbe, trascienden las rencillas entre el equipo de EPN y hasta en el entorno familiar todo ello rodeado por el derroche de recursos, se siguen extendiendo mantos de impunidad para los empresarios “del sexenio” y para cierre con broche de oro se cuenta con expresiones como la de Edgardo Buscaglia: “el corazón de la delincuencia no son los narcos, son los políticos”.

La impunidad ha permanecido y lo mismo la encontramos en las dizque resoluciones que hallaron para lo sucedido en Pasta de Conchos, que ya en este mandato con las contaminaciones y los asuntos que siguen pendientes y que revelan el grado de corrupción y de complicidad que existe con el Grupo México, con Germán Larrea. El incumplimiento a los jornaleros de Baja California, de San Quintin es otra muestra de la protección que existe para los intereses que arropan campañas presidenciales o que generosamente entregan puntualmente un porcentaje de “protección” para seguir trabajando libremente, sin cumplir con ninguna ley.

Aquella recaptura de Joaquín Guzmán Loera hoy se ve como parte de una acuerdo en el que una de las partes no cumplió y así se dio vida a la certeza de que el gobierno pretendió jugar a la mafia en tanto que la mafia, en la realidad, se convirtió en autoridad gobernante en buena parte del territorio nacional. Y lo mismo sucede con la captura de Vicente Carrillo Fuentes. Ambas muy publicitadas pero sin alcanzar el impacto de la revelación de un número mucho mayor de muertos, de acribillados, de asesinados durante este mandato que los que se registraron durante el sexenio de Felipe Calderón. Los números, en este caso, no mienten y no lo hacen los que se consiguen extraoficiales, los que se alejan de los tamborazos de un inservible e incapaz gabinete de seguridad.

En lo político sobresalen declaraciones que advierten que la hebra del crimen organizado en México lleva al financiamiento de campañas políticas ilegales a nivel local, estatal o federal, lo cual unido a las versiones de la protección policiaca a estos grupos y todo aquello que convierten en intocables a los mafiosos y que procede de las más altas esferas gubernamentales conforman un panorama que no ha hecho lucir ante el mundo entero como un país de maleantes, de corruptos, de narcos, cuando visto desde el número de pobladores, más de 120 millones, es injusto para todos aquellos que nada tienen que ver con estas actividades y que sufren y padecen un gobierno inmerecido.

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