(20 de agosto, 2015).- En el mundo se producen unos 22 millones de abortos no seguros cada año, que provocan la muerte de al menos 22.000 mujeres, siendo la principal causa de mortalidad materna. Pero muchas mujeres sobreviven a pesar de necesitar todavía atención médica debido a las complicaciones derivadas del aborto inseguro, que pueden conllevar incluso una discapacidad crónica.
Un estudio, publicado en BJOG: An International Journal of Obstetrics & Gynaecology, revela que en total son siete millones de mujeres que sufren lesiones y son tratadas en centros médicos en los países en desarrollo tras someterse a un aborto inseguro.
Pero esta cifra no representa más que una parte del problema: “No se incluyen las mujeres que necesitan asistencia pero que no acuden al médico”, señala Susheela Singh, autora principal del trabajo e investigadora en el Guttmacher Institute (EE UU).
Para llegar a estos resultados, el equipo usó datos de estadísticas sanitarias oficiales y de otros estudios científicos realizados en 26 países en desarrollo en 2012. Los científicos calcularon el número de mujeres que acuden al hospital para recibir un tratamiento después de un aborto inseguro, y ajustaron las cifras al considerar a las mujeres que recibieron tratamiento médico en el sector privado y al excluir a las que necesitaron cura tras un aborto espontáneo.
Pakistán, la cifra más alta
Según el estudio, la tasa más elevada de tratamientos tras un aborto no seguro es la de Pakistán. En este país, 14,6 por 1.000 mujeres de entre 15 y 44 años son atendidas en centros médicos. En el otro extremo, la menor tasa de terapia tras un aborto inseguro fue la de Brasil con 2,4 por 1.000 mujeres.
Los datos indican que la tasa regional es más alta en Asia –excluyendo el este del continente– con 8,2 por 1.000 mujeres, es decir 4,6 millones de mujeres al año. Estas cifras están sobre todo impulsadas por las altas tasas de la región centro y sur de Asia.
A los países asiáticos les sigue África, con una tasa media regional de 6,7 por 1.000 mujeres (cerca de 1,6 millones de mujeres por año), y Latinoamérica y el Caribe, con una tasa regional de 5,3 (757.000 mujeres por año).
A estos números asociados a la salud de las mujeres, se unen los costes económicos que supone tratar las complicaciones de un aborto inseguro, no solo para las propias afectadas, sino también para sus familias y los sistemas de salud. Estos últimos gastan 232 millones de dólares al año en cuidados post-aborto en los países en desarrollo, según estimaron los científicos.
“Proporcionar una mejor atención sanitaria en términos de reproducción, que incluya servicios de planificación familiar, contracepción y aborto seguro, tendría importantes beneficios económicos ya que mejoraría la salud y el bienestar de las mujeres y sus familias”, concluye Singh.