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Todo es posible, porque todo es desconocido

Un momento dialéctico en el que los pueblos latinoamericanos comienzan a tener la fuerza política necesaria

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El día de ayer, decenas de miles de colombianos se reunieron el la histórica Plaza de Bolívar para celebrar que en su pueblo comienza lo posible. 

En medio de un emotivo discurso que millones de latinoamericanos seguimos, Gustavo Petro se convirtió en el presidente de Colombia. Con él, se fortalece la esperanza de un continente en el que las izquierdas experimentan un proceso de reagrupamiento, frente a un neoliberalismo en decadencia. Un momento dialéctico en el que los pueblos latinoamericanos comienzan a tener la fuerza política necesaria para plantear nuevas formas de organización económica.

Por primera vez en la historia de Colombia, se escucha un discurso presidencial con una ética en favor de la vida. Con un modelo económico, social y ambiental sostenible, Francia Márquez y Gustavo Petro aportan a la construcción de un nuevo horizonte de futuro en la región, buscando equilibrar la vida social con la naturaleza. Reto no menor para un país caracterizado por la sobreposición desarticulada de diferentes tiempos históricos, modos de producción y concepciones del mundo.

De ahí que todo aporte que apunte a generar mayores condiciones de autonomía y autosuficiencia alimentaria, toda política dirigida a aumentar el poder efectivo de las mayorías, y al control ciudadano de la educación, la salud, la vivienda y la gestión cultural serán hoy un logro. Más, sabiendo que, en ese país, apenas el 10 por ciento de su población concentra el 70 por ciento de la riqueza nacional. Dejando con ello en evidencia que, la línea divisoria entre desarrollo y subdesarrollo no es una frontera geográfica (entre países) sino una frontera ético moral (entre las clases sociales y los intereses que persiguen).

Consciente de esta situación, la actual administración colombiana ha planteado un nuevo programa de políticas de redistribución, tomando como base una reforma tributaria. Proyecto que sin duda generará fuertes discusiones a nivel nacional, ya que se esperan las ya típicas campañas de desinformación, a partir de noticas creadas con el fin de justificar los privilegios de las clases dominantes, que ensamblan sus fortunas a expensas de cualquier criterio democrático y solidario. 

Otro punto anunciado en el discurso de toma de protesta de Petro al cual como latinoamericanos debemos estar atentos es el que refiere a la propuesta de cancelar deuda externa para que los excedentes que ahora se destinan al pago de esta, sean transferidos a la preservación de selvas, bosques y humedales localizados en territorio colombiano. Planteamiento que significa someter los vínculos con el exterior a las prioridades del desarrollo interno, pero, en beneficio de la humanidad por lo que este patrimonio biocultural significa. 

Como se puede notar, esta propuesta demanda el trazado de vínculos de solidaridad global. Pues recordemos que el endeudamiento de nuestros pueblos ha sido un medio a través del cual los gobiernos se han subordinado a las exigencias de los acreedores, por la vía de la imposición de condiciones leoninas que atentan en contra del desarrollo local; por lo que, si se logra, sería un parteaguas en la historia económica de nuestra región -fuente histórica de extracción de excedentes en beneficio de las élites financieras globales-, y una posibilidad real para revertir los efectos climáticos que ya se empiezan a presentar en el mundo.

Tampoco se puede dejar de mencionar la esperanza que representa que, por fin a las y los colombianos les llegarán los tan anhelados acuerdos de paz, después de seis décadas de violencia y conflicto armado. Pues, bajo la consigna de que la seguridad se mide en vidas y no en muertos, el mandatario colombiano en su discurso evidenció el fracaso de la guerra contra las drogas en la que los gobiernos neoliberales sumieron a su país.

Cierro este comentario con una frase que hace años le leí a Simón Rodríguez, filósofo venezolano, tutor de Simón Bolívar y Andrés Bello: “O intentamos, o erramos”.

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