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‘Tramas y trascendencias’: mujeres mayas a la sombra del abuso

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Por: Estela Garrido

Tw: @StelaGarrido3_0

Reconstruir la memoria colectiva de las mujeres de una comunidad maya; hablar desde el dolor y la dureza, desde la superación y la cotidianidad. Retratar con detalle lo silenciado por generaciones: ese fue el objetivo principal de Flor de María Álvarez, mujer indígena maya q’eqchi’ en el documental ‘Tramas y trascendencias’, realizado en Coban, Guatemala.

La tarea, más que difícil, resultaba penosa. Reunir a 79 mujeres -abuelas, madres e hijas- para relatar sus memorias de vida y compartir aquellos hilos que, tejidos, constituían la trama de la historia en conjunto. Parecía poco factible, sin embargo, a través del grupo Mujeres Mayas Kaqla se congregó al grupo de indígenas y se escribió el libro  que recoge sus testimonios y estadísticas.

Posteriormente, gracias al programa Ambulante más allá y la asesoría de Luciana Kaplan,  documentalista del Centro de Capacitación Cinematográfico (CCC), Flor de María tomó la cámara en mano y se dedicó a retratar su historia a través de las palabras de las mujeres de su linaje.

El resultado de las charlas y –ahora- largas conversaciones de 46 abuelas y madres, y 33 hijas y hermanas, fue detallar aquellos traumas que las han perseguido durante años a través de diversas generaciones: la violación, el abuso, la discriminación y el maltrato fomentado por el alcoholismo.

Flor_Maria. Fotografía de Jaime Tena
Fotografía de Jaime Tena

Silencio, que está prohibido

“Hablar con otra mujer indígena sobre cosas que le pasaron, como que fue violada, cómo mataron a su familia o de que su esposo es alcohólico —un problema muy grave en este momento—, no es cosa fácil. Tuvimos que pasar nosotras mismas, yo como directora y el resto del equipo de filmación, por los mismos proceso de preparación, para que ellas vieran cómo se hacía y por qué es necesario hablar de esos recuerdos”, recapitula Álvarez.

A consecuencia de la tradición de mantener en silencio el abuso sexual, las mujeres mayas de esta comunidad internalizaron al opresor y violador consintiendo el hecho y fomentando el machismo y, a su vez, reproduciendo el autoritarismo desde casa con la crianza de sus hijos.

“Venimos de muchos contextos históricos que nos han llevado a aceptar señoríos y jefaturas, creyendo que ese es el orden natural de las cosas y que la población necesita un patrón duro, abusivo y protector. Eso se llama internalizar la opresión”, argumenta el libro que lleva el mismo titulo que el cortometraje proyectado en la octava edición del Festival de Documentales Ambulante.

De las 67 mujeres que indicaron la edad de su primera relación sexual, 20 de ellas la tuvieron entre los 12 y 17 años. Tres señalaron que fueron violadas a los 7, 15 y 23 años y, para ellas, esa experiencia fue tomada como la primera relación sexual. Fueron las abuelas y madres q´eqchi´s  quienes más vivieron la experiencia de tener relaciones sexuales a los 12 años, en el marco de la unión en pareja arreglada por los padres,  lo que a su vez implica vivir con el violador.

“Las mujeres vivimos con un miedo constante, porque socialmente somos juzgadas. Si acaso una mujer declara que fue abusada, el mismo patriarca no hace caso y hasta considera que tú fuiste la responsable, más aún, las mujeres deben mantenerse sumisas, porque la religión católica dice que sentir odio es pecado”, confiesa Álvarez.

Hablar, expresar y sanar

La directora del documental asegura que, a través de diversas técnicas de sanación alternativas como masajes y terapias de integración, así como el fomento de la denuncia, han permitido que las mujeres se  recuperen y externen sus principales conflictos.

“Nos damos cuenta en la medida en que lo hablamos, le vamos quitando fuerza a ese monstruo oscuro que está presente.  A eso que está tan enterrado y en los talleres que trabajamos con las mujeres, que primero trabajamos nosotras  y luego vamos con otros grupos de mujeres. Nosotras partimos desde el objetivo de ‘deconstruir’ al opresor que llevamos dentro”, confirma.

De acuerdo a sus datos, 8 de cada 10 indígenas mayas han sido violadas. Aunado a este conflicto social, se le suman la discriminación que sufren por su etnia y la violencia doméstica. Sin embargo, han logrado avanzar en la superación de estos conflictos gracias a las terapias grupales.

“Pensar que estamos tocando uno de los puntos medulares de las historias de las mujeres que más dolor nos causan. Y si tocamos este punto y lo podemos empezar a desenmarañar, creo que se puede construir que las mujeres empiecen a disfrutar su vida y de su sexualidad, empezar a ser ellas mismas. Y no estar desde la oscuridad, desde el miedo”, finaliza Flor de María Álvarez, maya q´eqchi´ documentalista e investigadora.

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