Han pasado tres años desde que T de Tecnología comenzó su camino en Revolución 3.0, con una intención clara: desactivar el hechizo del progreso tecnológico sin conciencia. Desde 2022, la sección ha buscado mirar la tecnología no como un escaparate de gadgets o una pasarela de Silicon Valley, sino como un campo de disputa política y de emancipación. En estos tres años, México ha transformado su estructura científica y tecnológica: el antiguo CONACYT dio paso primero al CONAHCYT y luego a la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (SECIHTI). Este tránsito, impulsado por la Cuarta Transformación (4T), simboliza el intento más serio en décadas por alinear el conocimiento con el bien común y con un horizonte de soberanía nacional.
Pero este aniversario va más allá de la memoria periodística: es un espejo del pulso tecnológico del país. Desde los primeros textos —marcados por el asombro digital— hasta los análisis recientes sobre soberanía tecnológica y poder algorítmico, T de Tecnología ha acompañado el despertar de un pensamiento crítico nacional frente al dominio global de los monopolios digitales. Y en ese proceso, la creación de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), en 2024, representa el salto institucional más ambicioso hacia un México digital con rostro propio.
Nuestro primer año: La tecnología como herramienta de transformación social
Entre 2022 y 2023, T de Tecnología definió su brújula: no hay tecnología neutral. Cada dispositivo, cada algoritmo, lleva implícita una visión del mundo. Los artículos de este primer año —sobre inteligencia artificial (IA) aplicada a la educación rural, biotecnología soberana o inclusión digital— coincidieron en un principio esencial: el conocimiento debe servir al pueblo, no a los intereses corporativos.
Desde las comunidades indígenas de Chiapas que accedieron por primera vez a educación personalizada gracias a plataformas de IA, hasta los agricultores del norte del país que usan biotecnología pública para resistir la sequía, la tecnología mostró su poder transformador. Pero también surgieron las primeras alertas: sesgos algorítmicos, vigilancia masiva y dependencia tecnológica extranjera. Eran señales de que la revolución digital también podía ser una nueva forma de dominación
El segundo año: La digitalización como supervivencia y el debate sobre el poder
El periodo 2023–2024 marcó el paso del entusiasmo a la confrontación. T de Tecnología comenzó a preguntarse no sólo qué tecnologías usamos, sino quién las controla. El artículo “El mito de la neutralidad algorítmica” demostró cómo las redes sociales moldean la opinión pública y distorsionan la democracia. Otro, “La lenta agonía de las empresas que no se digitalizan”, mostró el costo de la exclusión digital en las PyMEs mexicanas.
En paralelo, el país vivía su propia transformación institucional. La creación de la SECIHTI elevó la ciencia al centro de la agenda nacional, pero también trajo tensiones: recortes presupuestales, centralización y choques con la comunidad científica. En medio de este proceso, se gestaba el modelo de la ATDT, inspirada en la experiencia exitosa de la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP) de la Ciudad de México, que demostró que la digitalización también puede ser democrática
El tercer año (2024-2025) ha marcado la consolidación de la madurez en T de Tecnología.
En 2024–2025, T de Tecnología maduró como espacio de debate sobre el papel geopolítico de la IA, la soberanía de datos y el derecho a la privacidad. Los artículos sobre IA generativa y sobre la preservación de lenguas indígenas con modelos de lenguaje mexicanos reflejaron un cambio: la tecnología dejó de ser aspiración para convertirse en campo de soberanía.
La creación de la ATDT marcó un antes y un después. Bajo el liderazgo de José Antonio Peña Merino, la agencia impulsa la identidad digital Llave MX, la interoperabilidad gubernamental y la conectividad rural. Más de 10,000 escuelas públicas ya están enlazadas al programa México Conectado. Pero también enfrenta críticas: riesgos de centralización, burocracia excesiva y denuncias de posible vigilancia. Es el dilema de toda revolución: entre el control y la emancipación.
La 4T y la Ciencia, Tecnología y Humanidades: logros, contradicciones y el rol pivotal de la ATDT
La 4T ha dado pasos concretos: por primera vez, México tiene una secretaría dedicada al conocimiento, con un enfoque ético y social. La ATDT unifica políticas digitales, promueve la ciberseguridad y simplifica más de 500 trámites federales. En contraste, la austeridad y la falta de inversión estratégica han limitado el impulso innovador. Sin autonomía científica y sin desarrollo propio de chips y software, la soberanía tecnológica seguirá incompleta.
Tres años, un espejo: el impacto de la ATDT en el pulso nacional
Lo interesante de T de Tecnología es que, al revisar sus tres años de existencia, uno puede leer ahí el pulso de México:
1. En 2022-23, el país empezó a mirar con esperanza el poder transformador de la tecnología.
2. En 2023-24, descubrió su lado oscuro: el control, la desigualdad, la vigilancia.
3. En 2024-25, asumió la necesidad de autonomía, de soberanía tecnológica, de ética digital.
Esa evolución no es casual. Acompaña el propio proceso de madurez política de un gobierno que quiso construir su legitimidad no desde Silicon Valley, sino desde la soberanía y la justicia social. Y aunque los resultados aún son parciales, la dirección importa: México ha colocado la conversación tecnológica en un terreno político y humano.
Ciencia con conciencia: el camino hacia adelante
El desafío ya no es solamente técnico, sino ético. La ATDT debe evitar el destino de los elefantes burocráticos y convertirse en motor real de independencia. La SECIHTI debe apostar por un ecosistema científico libre y robusto, capaz de producir conocimiento crítico y tecnología con identidad nacional.
T de Tecnología seguirá siendo un espejo incómodo: observando, cuestionando y acompañando la revolución digital mexicana. Porque la verdadera transformación no está en los algoritmos, sino en la conciencia de un pueblo que decide programar su propio destino.


