Este 2020 nos demostró la fragilidad de nuestro sistema económico mundial y la vulnerabilidad de los sistemas de salud pública, así como nuestra dependencia a la interacción permanente a consecuencia de la pandemia de Covid-19, sin embargo, los esfuerzos científicos de distintos países reflejan una salida a este problema, la tan anhelada vacuna está cada vez más cerca y eso representará el final de esta tragedia.
Ni los economistas más negativos estimaban que este año enfrentaríamos la pandemia más grande que ha vivido el mundo en cien años, la cual ha paralizado las actividades económicas en la mayor parte de los países y ha dejado en el desempleo a millones de personas tanto en México como en el resto del planeta, además de que ha incrementado la vulnerabilidad y desigualdad social mayúscula.
La forma en la que el mundo ha cambiado por un virus que apareció por primera vez a finales de 2019 en la provincia de Wuhan, China, ha demostrado la confiabilidad y certeza de la que nos sentíamos muy orgullosos no puede continuar, los modelos económicos deben reestructurarse y prácticamente ha evidenciado el principio del fin del neoliberalismo.
La pandemia de Covid-19 representó un cisne negro cuyas consecuencias todavía se reflejarán en la economía del planeta en los siguientes años, sin embargo, los avances científicos y tecnológicos han sido notables, pues una vacuna que anteriormente tardaba hasta diez años en aprobarse y distribuirse, podría hacerlo en un tiempo récord de un año, es decir, que la humanidad enfocando sus esfuerzos para lograr la cura a esta enfermedad ha demostrado las posibilidades de salir de estas dificultades.
Para millones de personas en todo el mundo este 2020 ha sido un año con consecuencias fatales, el mundo no había vivido estas problemáticas desde la peste española, sin embargo, debido al fenómeno de globalización inmediata, este virus se pudo propagar rápidamente por todo el mundo llegando a todos los rincones del planeta, por lo que debe retomarse esa percepción de que el Covid-19 no será el último de los grandes males que enfrentará la humanidad.
Esta pandemia nos debe dejar una lección histórica que no podemos repetir, es decir, los gobiernos de todos los países deben enfocarse en una inversión permanente a la ciencia y tecnología, reestructurar los modelos económicos agotados y sobre todo, la ciudadanía debe ser consciente de la importancia de la corresponsabilidad social para mantener medidas sanitarias de forma permanente.
Las sociedades asiáticas han aprendido de los brotes epidémicos que han padecido desde hace años, y por ello han sido de las naciones menos afectadas por la pandemia de Covid-19, por lo que América Latina debe aprender mucho de esto para dejar a un lado nuestra zona de confort y adoptar una disciplina social que nos permita ser rescilientes, ya que la responsabilidad absoluta no es de los gobiernos, todos nosotros debemos aprender a cuidarnos mutuamente, porque las estimaciones científicas advierten que habrán más virus y pueden ser mucho más letales que el SARS-COV-2.