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Vicente Fox, modelo de los “goviernos” que promueve Gustavo de Hoyos desde la Coparmex

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(04 de agosto, 2019. Revolución TRESPUNTOCERO).- El activismo de Vicente Fox no tiene precedente. Expulsó al PRI de Los Pinos y defenestró la tradición priista del retiro al final del sexenio, pero nunca quiso en serio apartar al priismo del poder. Tras su incorporación a la campaña de José Antonio Meade en 2018 y luego –de emergenciaa la de Ricardo Anaya, ya no es posible saber en qué partido militó, Acción Nacional, el Revolucionario Institucional o ¿el PRD? Quizá en todos. Quizá su partido sea el PRIAN, o el que armen el Grupo Contrapesos o Futuro 21.

En 1999, sin embargo, reclamaba a «las voces conservadoras del PAN» darle la oportunidad de legitimarse a Carlos Salinas, a quien no evitó llamar «el Pelón», con argumentos que muy bien podrían proferirse en su contra cuando entregó la banda presidencial a Felipe Calderón.

«En 1988, cuando finalmente tuvimos tirado al sistema y le pusimos el pie en el pescuezo, fuimos una bola de coyonesy no le dimos el tiro de gracia», escribió en su autobiografía A Los Pinos. «En ese momento se levantó el cadáver, se rasuró la cabeza, le crecieron las orejas y en tres años se recuperó por completo. Ahí fue donde comenzó esta triste historia de un país que ha venido pagando un precio muy alto por no agotar el proceso de la democracia».

¡Ojo, Morena! Que la 4T no sea el Fox de los millennials.

Tomo con reservas las palabras del expresidente, pero resulta reveladora la obra a 20 años de que se publicó. Particularmente porque el ghost rider que escribió el libro deFox lo hizo antes de volverse en el primer político en vencer en elecciones presidenciales al PRI, antes incluso de que pactara con todos los enemigos de López Obrador.

El testimonio sobre su ascenso en la vida pública también adquiere otro aspecto, acaso notable, porque su figura es similar a la de un empresario que abandera hoy a los «goviernos» –para usar la ortografía de Foxciudadanos, independientes, no-partidistas. Tantos adjetivos describen bien la deriva de la militancia, antes que el éxito de la participación ciudadana.

«Yo no soy político, soy un empresario convencido de que éste es un movimiento ciudadano que no debe terminarse».Célebres palabras de Fox que sin mucho esfuerzo también pueden atribuirse a Gustavo de Hoyos, quien ya confirmó su intención de buscar una candidatura presidencial en 2024, luego de rechazar al PAN la postulación en Baja California (no por la inminente derrota sino porque sólo duraría dos años la gubernatura).

«No he tomado una decisión de futuro, pero ni me encarto ni me descarto», respondió a Proceso. Hay un mito que el propio expresidente desmiente en su autobiografía: antes del año 2000, Fox ya estaba en Los Pinos. Pues como director de la Coca-Cola, participó desde 1974 en reuniones privadas con Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid, esto hasta que se unió al PAN en 1987. Palacio Nacional tampoco será inédito para Gustavo de Hoyos, susurrador privilegiado del jefe del Ejecutivo que lo promovió para asumir el cargo que desocupó Juan Pablo Castañón Castañón. La decisión sobre su futuro no ha sido tomada, sino planeada.

«No es una estrategia fortuita, sino calculada ante el desprestigio de los partidos tradicionales, corrompidos hasta el tuétano, y con figuras escuálidas hacia 2024», escribió Álvaro Delgado aludiendo a la lista de suspirantes pripanistas junto a los que compite la candidatura de la Coparmex, donde de igual forma se «incuba un presidenciable».

Junto a Javier Corral, Enrique Alfaro, Margarita Zavala, Claudia Pavlovich y Miguel Ángel Osorio Chong, «el candidato ciudadano que se pretende unifique a la oposición ante los aspirantes de Morena –Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Tatiana Clouthier– es De Hoyos Walther».

«No es vergonzante que un ciudadano, llegado el momento, pueda transitar a lo público», explicó el empresario en la misma entrevista. A mi parecer, en su caso sí sería penoso. Como lo hizo el expresidente, De Hoyos respaldó y promovió a Enrique Peña Nieto en cada una de sus decisiones y errores. Es difícil localizar –habrá por ahí como anécdota– alguna discrepancia profunda entre el presidente de la Coparmex y la administración pasada, hasta la integración de «Por México al Frente», casualmente. Pienso en la propuesta de un Consejo Fiscal Independiente para blindar el manejo de las finanzas públicas de la corrupción que provocó incluso la furia del entonces candidato Meade Kuribreña.

Sin embargo, el líder de la patronal se ha transformado bajo la actual administración en uno de los críticos más feroces del Gobierno Federal. Cazador en temporada de patos permanente, De Hoyos tendría por misión comandar a los opositores que avivan la llama de la inconformidad fifí, peligrosamente coqueteando con el racismo, el clasismo y la xenofobia.

«Respaldamos el derecho de todo ciudadano a manifestarse colectivamente y a expresar sus opiniones acerca de los asuntos públicos y sobre el desempeño específico de cualquier gobernante. La @Coparmex noparticipa en la #MarchaDelSilencio ni promueve la renuncia de @lopezobrador_», fue la explicación que dio por la presencia de cartulinas con el logo de su organización durante la última marcha fifí.

A cada rato, a la menor provocación, al referirse a la confianza que «pierde todos los días» el tabasqueño que tanto le roba el sueño, De Hoyos ya habla a nombre «no de los empresarios, sino de los ciudadanos» decepcionados, desde luego refiriéndose a esa abominable idea de los ciudadanos-consumidores.

«MX consolidó su democracia electoral. Sin embargo, sus valores esenciales, como el federalismo (vs centralismo), la división de poderes (vs subordinación), la tolerancia (vs despotismo) y la cohesión social (vs polarización) parecen estar amenazados con la 4T de @lopezobrador_», publicó en Twitter el empresario.

De nuevo es su mentor –o si queremos ser precisos, su modelo 2000-2006– quien anticipa los términos y las definiciones de la metafísica de los «goviernos» en nombre de los que habla el ciudadano Gustavo de Hoyos: «Este concepto de servir al cliente, la eficacia y la rapidez en la entrega, son elementos fundamentales también en el gobierno. Lo grave de los políticos en México es que rechazan todo lo que huela a empresario, lo que los lleva a perder efectividad en su labor».

Leo a Vicente Fox hablando así y a mi mente viene la imagen de Ricardo Anaya haciendo campaña en tierra como si impartiera una TED Talk. El meme del robot descompuesto: «Adiós, R1K-Rd0».

Orgulloso, el expresidente se defendió de la infamia y justificó 20 años antes la aspiración presidencial de otro empresario: «Se me acusa de querer manejar al país como si fuera la Coca-Cola. No se trata de eso, sino de rescatar principios y filosofías que funcionan bien». Lástima que la tendencia antropófaga de los fifís los ciegue como pararepudiar y correr de sus marchas al gran protagonista de la transición democrática mexicana, su primer gran experimento de «govierno».

De Hoyos por el contrario sí sabe dar las gracias. Y cuenta para ello con asesores del foxismo como Jorge Castañeda. También con el respaldo de «intelectuales de alto rendimiento» como Denise Dresser, María Amparo Casar y Héctor Aguilar Camín. Además de linebackers del prestigio –y bolsillo– de Claudio X. González, Germán Larrea y Alejandro Junco de la Vega, desde la plataforma de Reforma.Pero, otra vez, como en el caso de Anaya Cortés, desborda pereza, carece de simpatía, lo rodea una asombrosa aura gris.

Pese a su enorme fortuna, Gustavo de Hoyos es una especie de Vicente Fox sin carisma. El empresario es un abogado de Baja California que al igual que Fox se inspiró en los «bárbaros del norte» para saltar a la política (Manuel Clouthier, Ernesto Ruffo, Pancho Barrio), y tras cuatro periodos consecutivos como mandamás de la Coparmex no inspira mayor simpatía, salvo de aquellos que hacen su campaña para el consumo de los votantes.

Pero Chente contaba con botas que presumir a George Bush, al menos. Y aun cuando la fórmula ya está gastada, con esa gracia se nace, no pude comprarse. Habría que preguntar a los consumidores-ciudadanos que consumen a Trump; para mala suerte del empresario, otro de los referentes más sólidos de su campaña presidencial. Los engarces entre candidaturas políticas y empresarios en el siglo XXI pasan –contra la ideología de la Coparmex– por el populismo. Aunque hay una esperanza para Gustavo de Hoyos: sólo basta que se descubra que evade impuestos para que ahora sí su parecido con el expresidente comience a ser extraordinario.

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