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Voz en Punto: tres décadas de música mexicana a capella conquistando el mundo

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(13 de junio, 2020. Revolución TRESPUNTOCERO).- Tras presenciar un concierto del ensamble vocal Voz en Punto, una niña le preguntó a su mamá dónde estaban los instrumentos. “No, ellos lo hacen con su voz”, respondió. “Ah, entonces es magia”, concluyó la niña.

Dicha anécdota es recordada por la soprano dramático Sonia Solórzano, fundadora de este sexteto de música a capella junto a su esposo José Galván, director, arreglista y barítono.

“Somos como una orquesta, pero solo utilizando la voz; a veces hacemos guitarras, a veces hacemos flautas, a veces hacemos saxofones, alientos, piano. No los imitamos exactamente, sino que recreamos un ambiente”, explica Solórzano en entrevista para Revolución TRESPUNTOCERO.

Voz en Punto cuenta con 30 años de trayectoria en los que ha recorrido más de una veintena de países a través de los cinco continentes, representando a México y a su tradición musical, además de haber conseguido diversas distinciones y premios, como la Medalla Mozart de la Embajada de Austria, la Medalla Fra Angelico de la Catedral de la Ciudad de México, reconocimientos de la UNESCO y el nombramiento como Embajadores de la Federación Internacional para el Canto Coral.

La idea surgió en la Escuela Nacional de Música, relata Sonia, cuando su ahora esposo le decía: “a ver, vamos a cantar un mambo”. “Y yo decía: ‘qué onda, cómo un mambo, si yo estoy estudiando para cantante de ópera (…) Nos poníamos a jugar y salió algo increíble, los arreglos son algo fuera de serie, (Galván) nos ponía a cantar a todos los que estábamos por ahí”, describe.

La soprano había crecido escuchando a The Manhattan Transfer, The Swingle Singers y The King’s Singers, por lo que ya “estaba enloquecida con las voces —señala— me quedé enamorada de los arreglos de José, y también de él, porque a partir de ahí nos enamoramos y ahora somos pareja y los dos fundamos este ensamble”.

Aún siendo estudiantes, se inscribieron a un concurso en Finlandia —“hasta el fin del mundo”—, donde entre los requisitos de participación debían enviar hasta dicho país un casete con una grabación no profesional, las partituras, entre otras cosas. De entre 500 opciones, resultaron elegidos y tuvieron que buscar la manera de financiar el viaje hasta allá, ofreciendo algunos pequeños conciertos.

Volaron “en una aerolínea que era como ‘el guajolotero’ de los aviones”, comenta Sonia entre carcajadas. Después de varias escalas —“porque así salía mucho más barato”— finalmente llegaron casi directo a su presentación. Ganaron el segundo lugar para México y “a partir de ahí empezamos a hacer una carrera internacional, nos empezaron a conocer, hubo invitaciones a Holanda, Suiza… bueno, a muchísimos países”.

Los músicos se instalaron un tiempo en Alemania, recorriendo todo el país con sus voces, al cantar música mexicana a capella. 

Sin embargo, en México no la tuvieron tan fácil, a pesar de ser su país de origen. “Al principio ni regalados nos querían —bromea—, en Televisa nos decían que era muy ‘culturoso’, ‘vayan al Conservatorio’… y en el Conservatorio nos decían: ‘es que ustedes son muy de Televisa, de Raúl Velasco’ —dice atacada de la risa—. Éramos diferentes, algo especial”.

Ya en un tono más serio, la cantante admite que fue difícil abrirse camino, pues el público mexicano no estaba acostumbrado a ese lenguauje a capella, en contraste con la aceptación que tienen los tríos, las estudiantinas y las rondallas. “Es como redescubrir la música mexicana de otra manera”, expresa.

Voz en Punto ha cantado junto a otras figuras internacionales de la música vocal, como Bobby Mc Ferrin y The King’s Singers, pero también con la Mercury Baroque Orchestra, la Orquesta Sinfónica Nacional y la Sinfónica de Dresde. Asimismo, ha hecho colaboraciones con representantes emblemáticos de la música folklórica mexicana, tales como la Marimba Nandayapa y el Mariachi Vargas de Tecatitlán.

Hace un lustro, festejaron su 25 aniversario en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, aunque Sonia enfatiza que, “así como hemos estado ahí, hemos estado en pueblitos o al pie de la Acrópolis en Atenas, en las Olimpiadas”.

En julio próximo, el ensamble tenía programado un viaje a Nueva Zelanda como representante de toda Latinoamérica, pero el evento fue cancelado debido a la emergencia sanitaria mundial por COVID-19.

Sin embargo, esta coyuntura no ha frenado su ímpetu, pues continúan haciendo piezas nuevas, como su versión a capella de “El negrito bailarín”, de Francisco Gabilondo Soler “Cri Cri”, acompañados del tenor mexicano Javier Camarena, “uno de los mejores del mundo”, según palabras de Solórzano.

De igual forma, han estado difundiendo diversos materiales en redes sociales, al tiempo que planean la grabación de un nuevo disco.

“No se puede explicar con palabras lo que se siente estar frente al público, eso nada lo va a cambiar (…) esa experiencia es única, tanto para el artista, como para el público; el poderlos abrazar ahí con la voz, tenerlos ahí enfrente, eso es único y nada lo va a sustituir”, manifiesta la soprano.

No obstante, reconoce que los artistas siempre encuentran la manera de comunicarse y utilizar “lo que tengan a la mano” para expresar y transmitir su obra, como en este caso, los medios digitales.

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