Uno de los principales desafíos de nuestro siglo es pensar y trazar opciones económicas y sociales distintas a las hoy vigentes. Tarea que demanda a la academia hacer una lectura crítica del capitalismo contemporáneo, partiendo del principio de que la labor científica es encontrar las conexiones que son posibles entre todos y cada uno de los conocimientos y saberes adquiridos; es decir, sobre la base de la pluralidad epistemológica.
Desde el campo de análisis de la economía -de acuerdo con la historia moderna- esta disciplina alcanzó el status de ciencia con Adam Smith y su obra Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (publicada por primera vez en el año 1776), con la cual se da el salto de la fisiocracia a la Economía Política, o para mayor precisión, a la Economía Política Moderna. Propiciando así una revolución epistemológica en la que importantes autores de la época como T.R. Malthus (1766-1824), J.B. Say (1767-1832) y D. Ricardo (1772-1823), aportaron a la comprensión de la reproducción material de las sociedades, teniendo como eje de análisis la producción, distribución y consumo; y con ello terminaron de definir lo que conocemos ahora como Economía Política Clásica. El mérito consistió en concebir al trabajo (en su concepción más abstracta) como la actividad creadora de riqueza, superando con ello, el planteamiento fisiócrata que solo concebía como productivo el trabajo agrícola.
Cambio no menor para los estudios de esta disciplina, al abrir la posibilidad de incorporar el trabajo manufacturero y comercial a las actividades que se consideraban generadoras de riqueza; contribuyendo de esta forma a la disolución de los argumentos económico-políticos basados en defensa de la propiedad feudal que dominaban en su época.
Décadas después, Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895) basados en el profundo estudio de los autores antes mencionados, plantearon la Crítica de la Economía Política, a partir de importantes diferencias epistemológicas con sus predecesores, aquí algunas: i) no solo construyeron premisas a partir de fundamentos filosóficos, incorporaron también argumentos histórico y culturales; ii) desarrollaron la diferencia entre valores y precios, tema que había quedado pendiente en los análisis de los economistas clásicos; iii) elaboraron una teoría de las crisis estructurales, hasta ahora no superada; y iv) evolucionaron el análisis de la contradicción entre el capital y el trabajo, logrando con ello, dos importantes aportes: a) la exposición del fenómeno de la explotación capitalista, entendida como la apropiación del trabajo en favor de los capitalistas, cuya base se encuentra en relaciones jurídicas específicas: las relaciones de propiedad y la relación salarial, y b) la demostración de que, en aras de perseguir los mayores niveles de productividad, que a su vez se traducen en mayores niveles de producción, el trabajador asalariado se vuelve cada vez más prescindible, debido al aumento y perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo y las nuevas tecnologías.
El exhaustivo trabajo realizado por estos dos pensadores tuvo como uno de sus grandes aportes, la elaboración de una crítica al sistema categorial de la ciencia económica de su tiempo, la cual nos sirve de inspiración en la tarea que nos demanda el nuestro: la crítica al concepto de ciencia económica imperante en el neoliberalismo. Labor que comienza con el cuestionamiento a la linealidad con la que muchos economistas asumen a la economía capitalista como el destino final de las sociedades. Fundamento de diversos planteamientos dirigidos a sostener que si existe pobreza es porque no se han creado las instituciones (capitalistas) que permitan su desarrollo, y también de aquellos que analizan determinados fenómenos económicos en las relaciones capitalistas, pero no ven (porque no les interesa saber), cómo se produjeron y se reproducen esas relaciones. Es decir, trabajos que suprimieron el análisis histórico, y privilegiaron un idealismo que se ostenta bajo un manto de cientificidad. Que dicho sea de paso, tiene su origen en los planteamientos de los economistas marginalistas publicados en la década de 1870, que desarrollaron una ética económica que privilegia el mercado, con supuestos tan alejados de la realidad social, que más que ser vistos como recursos didácticos en materia expositiva, tienen trasfondos cruciales; que, en el mejor sentido, hacen inconsistentes los planteamientos teóricos que exponen; y en el sentido especulativo, dichos planteamientos parecieran ser por encargo para privilegiar el status quo, por supuesto, en detrimento de las condiciones de la reproducción de la mayoría de la población.
Por eso, ante la necesaria búsqueda de una ética distinta a la ética del mercado, a partir del miércoles 14 de septiembre, como resultado de un esfuerzo conjunto impulsado por la UAM Iztapalapa, la FES Acatlán y el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), comenzará el Seminario Vuelta a Marx: Una lectura crítica del capitalismo contemporáneo, con el propósito de recuperar la vocación por explicar los problemas práctico-morales y teórico-éticos que hoy aquejan a nuestra sociedad, y atender la urgencia de comprender que la historia de la humanidad es un conjunto de sucesiones de generaciones y una recuperación de herencias. Y que le conocimiento es colectivo, y se construye no sólo entre todos los que compartimos espacio y tiempo, sino también entre los que nos precedieron. Sobra decir que este evento es abierto al publico en general y también será transmitido en redes sociales a través de los canales del CIDE y del Centro de Estudios del Capitalismo Contemporáneo.