Un estudio publicado en American Journal of Epidemiology muestra que el consumo de pescado durante el embarazo, por encima del límite recomendado de 340 g a la semana, presenta beneficios en el desarrollo neuropsicológico de los niños. Esta investigación ha sido liderada por el Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), centro aliado ISGlobal.
Los investigadores obtuvieron esta conclusión tras analizar los datos de una cohorte de nacimiento de casi 1.600 mujeres españolas y de sus hijos y evaluar el consumo de varios tipos de pescado clasificados en azul grande (como el bonito y el atún), azul pequeño (como la caballa, las sardinas o el salmón), blanco (como la merluza o el lenguado), marisco y el conjunto de todos ellos.
“Vimos que el mayor beneficio para el desarrollo cognitivo de los niños se dio con el consumo de pescado azul grande, seguido del pescado blanco y el azul pequeño”, expone Jordi Júlvez, investigador de CREAL y coordinador del estudio.
Se realizaron pruebas cognitivas a los niños a los 14 meses y a los 5 años y de rasgos de síndrome de Asperger a los 5 años, para evaluar su desarrollo neuropsicológico. En promedio, las mujeres habían consumido aproximadamente 500 g, o tres porciones de pescado a la semana durante el embarazo.
Sin efectos negativos por un elevado consumo
Pero con cada 10 g adicionales por semana por encima de esa cantidad, los resultados de las pruebas de los niños mejoraron hasta aproximadamente alcanzar un consumo de 600 g de pescado, que es el punto en el que se produce una saturación de los beneficios del consumo de pescado. “Tomar tres o cuatro raciones semanales de pescado (unos 600 g) aporta los mismos beneficios que tomar una cantidad mayor”, comenta el investigador.
“El vínculo entre un mayor consumo materno y mejor desarrollo del cerebro en los niños era especialmente evidente cuando los niños tenían 5 años. También observamos que los hijos cuyas madres comieron más pescado presentaron menos síntomas en la escala del espectro autista. Por otra parte, las guías americanas aconsejan a las embarazadas no tomar pescado azul grande, como el atún rojo, ya que acumula más metales pesados, como el mercurio, y contaminantes lipofílicos, como los compuestos organoclorados”, explica Júlvez.
“Sin embargo, no hemos constatado efectos negativos por un elevado consumo de pescado, incluidos los peces grandes. Pensamos que el efecto positivo del pescado llega a neutralizar el negativo del mercurio”, añade.
Por otra parte, en el estudio también se observa que el momento de ingesta de pescado durante el embarazo puede influir en el desarrollo neurológico del niño. “El consumo durante el primer trimestre puede tener un impacto mayor que en las últimas semanas. Esto podría deberse al efecto positivo del pescado en el desarrollo neurocognitivo de los hijos. Los ácidos grasos omega 3 del pescado también forman parte de los tejidos y son esenciales en la síntesis de las membranas de las células”, concluye Júlvez.