Por: Valentina Pérez Botero
Twitter: @vpbotero3_0
Le hacían una pregunta: ¿de qué está hecha el alma? El bambú utilizado como tubo del cuerpo de la bicicleta no tenía ningún refuerzo interior: su sola composición es suficiente para hacer una bicicleta urbana igual de resistente, más ligera en peso –y para el ambiente- que las de acero.
Era Diego Cárdenas, el diseñador y director de Bamboo Cycles, a quién le preguntaban en la calle de qué estaba hecha su bicicleta. Su primer prototipo, derivado de las inquietudes de un taller sobre el bambú, se concretaron en la construcción de un vehículo que se ha convertido en la sintomatología clara de las ciudades de primer mundo –el respeto al peatón, al ciclista y amigables con el .
El bambú se le conoce como el acero vegetal por su resistencia y, de acuerdo a Cárdenas, incluso en pruebas de laboratorio supera al metal en algunos rubros como la compresión, que es muy importante en el funcionamiento de la bicicleta.
El bambú, como material, aporta la singularidad de que tiene “rasgos de que estuvo vivo”, del paso de la naturaleza: hoyitos de un pájaro, una rama, un insecto; todo lo que surte efecto si la bicicleta le gusta al dueño y, así, incentiva a que poco a poco se desprenda del vicio del auto y haga más rápido sus trayectos cortos.
A finales del año pasado se hizo una competencia entre los cinco modos de transporte en el Distrito Federal de México: peatón, bicicleta, transporte público, carro y motocicleta; la bicicleta fue la ganadora, con una ventaja de más de media hora sobre el automóvil. A pesar de esta ventaja en la ciudad, por ejemplo, los cuerpos se suman: en febrero falleció Ilse Mariel Alonso atropellada por un microbusero y a principios de marzo un ciclista más fue asesinado en el norte de la ciudad. A pesar de los carriles destinados para bicicletas la cultura vial aún no permea y la opción ambiental todavía no ancla las suficientes raíces.
Bamboo Cycles fue ganadora de la Bienal Iberoamericana de Diseño en su categoría Diseño Industrial México.
