Por: Alejandro Domínguez
El presidente ha realizado 17 cambios en su gabinete durante sus cuatro años de Gobierno. La triada Peña-Chong-Videgaray se ha disuelto.
Poco sorpresivo fue la renuncia del entonces Secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray; y poco lo es por su perfil de ser uno de los “hombres fuertes” de Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, eran notorias las luces del escenario que le conducían a la puerta de salida.
El responsable de sumarse a la construcción de un discurso xenófobo y nativista; el que aceptó los insultos y amenazas del candidato por el Partido Republicano norteamericano al pueblo mexicano; el que operó la visita en coordinación directa con Peña Nieto; el de la falta de sensibilidad política junto con el presidente frente a sus connacionales, tras seis días de defensa inútil en torno a la visita de Donald Trump, hoy paga el precio con su renuncia.
Y es que parece que los que deberían saber de política no saben, y menos los que deben saber economía.
Videgaray representa el despilfarro y expansión de la deuda dentro del gabinete. Los números lo reflejan. “El “auge” económico en México no llegó, y la deuda toca niveles de la crisis de 1995”, como lo dijo en su momento la agencia de noticias financieras Bloomberg.
Las inversiones extranjeras totales que llegaron a México en este primer semestre, son las menores desde la crisis de 2009.
Son incontables los años diciendo que va a estabilizar la deuda pública en relación al PIB, y sigue aumentando, pasando de 34% del PIB a fines de 2012 a 47.8% en junio de este año.
A diestra y siniestra, la SHCP ha recortado el gasto público desde 2013 que aumentó los impuestos.
Videgaray recibió el precio del combustible en $11.37 pesos; hoy se vende el litro en $13.98 pesos. Y el precio del dólar de $12.93 pesos a $18.41.
En agosto pasado, el gobierno redujo su perspectiva de crecimiento para 2016 a entre 2 y 2.6% desde un rango de 2.2 a 3.2% previo.
En diciembre de 2012, como Secretario de Hacienda anunció que el crecimiento de la economía mexicana en 2013 sería de 3.5% y en 2018 de 5%. No sabía de lo que hablaba, y las “reformas estructurales” vinieron a trabar más a este país.
Con cifras decepcionantes, hoy el ex secretario busca un lugar en la gubernatura del Estado de México, pero la operación política en todos los partidos para designar a sus candidatos ya se le adelantó.
No le es fácil encontrar un lugar dentro de la boleta para el próximo 4 de junio, más aún al posicionarse las elecciones del Estado de México del 2017 como un gran reto para el PRI, con el obstáculo notorio de la muy posible alianza opositora PAN-PRD.
A esto hay que sumarle las recientes encuestas, que revelan que el PRI cuenta con el 31% de la intención efectiva de voto frente al escenario de alianzas donde el PAN-PRD se lleva el 36% de las preferencias.
En un legado de crecimiento económico deprimido, en un país con perspectiva negativa para el sistema bancario mexicano, el hombre que no se supo apretar el cinturón, quiere ocupar el cargo del 16 de septiembre del 2017 al 15 de septiembre del 2023 en la joya de la corona político-electoral, pero se enfrenta a los favoritos dentro de cada partido: Alfredo del Mazo en el PRI, Josefina Vázquez Mota en el PAN, Alejandro Encinas en el PRD, y Delfina Gómez en Morena.
Necesaria será la vieja e institucionalizada práctica de la alianza PRI-PVEM-PANAL, para tratar de dar batalla en la próxima jornada electoral, jornada donde no se ve espacio para Luis Videgaray.
México necesita acelerar su producción industrial para salir del lento crecimiento, aliviar su endeudamiento cada vez más grande; Peña Nieto debe cumplir su compromiso tan evocado de déficit cero (junto con sus otros 164 compromisos pendientes).
Respecto a nosotros, sólo nos queda respirar los aires de esperanza de una economía moribunda, que pueda sobrevivir estos últimos dos años, sin nuevos impuestos, cosa prometida; pero las promesas le dejaron de importar al presidente con cada firma ante notario, incluso, desde antes de su gobierno.