Por: Valentina Pérez Botero
Twitter: @vpbotero3_0
“Esto es inteligencia” dice Vandana Shiva, premio Nobel alternativo, mientras levanta un elote de maíz criollo mexicano y contempla “millones de años de evolución y trabajo campesino” que las empresas de la agrobiotecnología quieren erradicar.
Dos veces Monsanto y empresas afines han solicitado permiso para la liberación de la siembra comercial de maíz transgénico en México. Las autoridades aún no se han pronunciado –ni a favor ni en contra– y el mutismo es lo que inquieta: “El silencio del gobierno en asuntos críticos normalmente significa que están esperando el momento correcto para tomar la decisión equivocada”, dice Shiva, quien vino a participar en la preaudiencia del Tribunal Permanente de los Pueblos sobre contaminación genética del maíz nativo.
El tribunal sesionará en Oaxaca, justo en el estado donde Ignacio Chapela pudo documentar en 2001, antes de la siembra experimental y piloto de maíz transgénico en el país, que las importaciones de maíz genéticamente modificado estaban alterando de manera definitiva la biodiversidad de maíces en México, centro de origen y diversidad del grano.
Desde que en 1998 India autorizó la entrada de algodón transgénico, miles de campesinos se han suicidado. No pueden pagar la semilla ni los agroquímicos que necesita y ahora ya no pueden combatir ni la supermaleza ni las superplagas que agobian las cosechas. La inviabilidad del modelo Monsanto radica, de acuerdo con Shiva, “en el monopolio que edifican, en el factor económico que persiguen –cultivan productos tóxicos y no alimentos– y en la estupidez, que significa acabar con el legado campesino e inhabilitar a la planta para que use sus defensas naturales”.
“Una de las razones por las que estoy en México es para demostrar que el movimiento contra Monsanto es internacional y transversal”, dijo al señalar que el problema dejó de ser sólo campesino, ahora moviliza a jóvenes –#YoSoy132ambiental–, a familias citadinas y a científicos.
El último documento realizado por Shiva, su fundación y un grupo de expertos alrededor del mundo, condensa el problema en la fábula “El traje nuevo del emperador”: Monsanto no tiene traje –mayor rendimiento, resistencia a climas extremos, mayor productividad– y el análisis de cultivos transgénicos en el mundo demuestra la desnudez que muchos gobiernos se niegan a aceptar.