Rompiendo estereotipos, Vladimir Franz no deja de ganar adeptos en su carrera por la presidencia de República Checa.
En países donde República Checa apenas se menciona en los noticieros, hoy resuena el nombre de Vladimir Franz, compositor de ópera, pintor y, ahora, candidato presidencial de ese país. En un primer vistazo, resalta su cuerpo cubierto de tatuajes, que contrasta radicalmente con sus adversarios. Detrás de ello, hay una maquinaria austera que se forjó casi por azar y que hoy lo ha colocado en el tercer lugar de las preferencias electorales.
La era de la tecnología y los medios de comunicación masivos impusieron la apariencia como un elemento fundamental en los procesos electorales alrededor del mundo. No obstante, el look de Vladimir Franz poco tiene que ver con el de un candidato convencional.
Lo que le ha ganado adeptos en las presentes elecciones tiene que ver menos con sus tatuajes y más con su carácter ciudadano, sus propuestas enfocadas a la juventud checa y su perspectiva influenciada por la cultura. Su plataforma tiene como bases la educación y políticas anticorrupción.
No todos sus seguidores tienen edad para votar. Tras una votación de simulacro en distintas escuelas de la República Checa, Franz ganó con casi 40% de los votos. Para Karel Strachota, organizador de las elecciones escolares, la victoria de Vladimir Franz se entiende en un contexto en el que la juventud no se identifica con los políticos.
Sus tatuajes no parecen ser una razón para no votar por él, como sí lo es su falta de experiencia política. La victoria parece lejana para Franz, aunque abre un sinfín de puertas para los candidatos ciudadanos que, como él, buscan nuevas formas de hacer política sin la corrupción que caracteriza a la clase política predominante.
