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Criptopunks: “Privacidad para el débil, transparencia para el poderoso”

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(22 de mayo, 2014).- Situémonos en 1992. El año anterior, la Unión Soviética se había desintegrado y EE.UU. se encontraba en el apogeo de su poder. Había ganado la Guerra Fría y ningún enemigo se asomaba a la vista. Al mismo tiempo, al interior de Estados Unidos crecía un fenómeno cuyas implicaciones en el desarrollo posterior de los acontecimientos históricos son imposibles de calibrar: con la creación de los protocolos de la world wide web (www), el internet comenzó a volverse parte de la vida cotidiana de un número exponencialmente creciente de personas.

En aquel aparentemente lejano 1992 faltaban todavía ocho años para el surgimiento de Google, 12 para el de Facebook y Gmail, 13 para el de Google Maps, 14 para el de Twitter y 18 para el de Instagram, sólo por mencionar algunos de los portales que han redefinido la manera en que usamos la red, sobre todo en un aspecto crucial que se ha debatido infinitas veces: la privacidad. Pero ya entonces un grupo de usuarios de internet captó la importancia de esta herramienta para el cambio social y político si quedaba en manos de los ciudadanos, o para el control totalitario y la vigilancia masiva en caso de que Estados y corporaciones se apoderasen de ella.

Este grupo comenzó a relacionarse a través de una lista de correo electrónico en la que participaba “gente interesada en criptografía y en preservar la privacidad”*. En su apogeo, la lista llegó a tener más de mil participantes que discutían sobre “criptografía y sus efectos en la sociedad, matemáticas, computación, política, filosofía” entre otros temas. Estas personas son conocidas como criptopunks, y la más conocida de ellas es el australiano Julian Assange, fundador de Wikileaks.

En 2006, el  Oxford English Dictionary incorporó el término cypherpunk, que suele traducirse criptopunk, como un término del slang de internet formado con las palabras “cypher (clave, cifra, código criptográfico) y punk”, y le dio el significado de “una persona que usa el cifrado cuando envía correos electrónicos para asegurar su privacidad, especialmente de las autoridades gubernamentales”. Sin embargo, esta definición resulta restringida frente a la concepción que tienen los criptopunks de sus propias tareas como el “uso de la criptografía y otros métodos similares como medios para lograr el cambio social y político”, que se concreta en su lema “privacidad para los pobres, transparencia para los poderosos.

Entonces los criptopunks usan el cifrado o criptografía para proteger los datos del espionaje. ¿Qué significa esto? Según el diccionario, la criptografía es el “arte de escribir con clave secreta o de un modo enigmático”, lo que en el mundo de la información significa codificarla de tal manera que únicamente pueda verla aquella persona que deseamos que la vea. Dicho de otra manera, no podemos impedir que los Estados y las corporaciones se apoderen de nuestra información ya que poseen toda la infraestructura física del internet –satélites, servidores, cables de fibra óptica–, pero sí podemos ocultarla tras un “velo criptográfico” que vuelva esta información invisible para ellos.

Por supuesto, semejante atentado contra los intereses de Estados Unidos –en donde surgió el internet y por donde hasta el día de hoy tienen que pasar prácticamente toda la información que circula en la red– no fue aceptado de buenas a primeras. En los años noventa tuvieron lugar lo que los criptopunks denominan “guerras criptográficas”, “enfrentamientos entre los activistas criptopunks y otros que bregaban por el libre uso de la criptografía como software libre y la administración estadounidense, que clasificó la criptografía como munición de guerra e intentó restringir su uso, sin lograrlo”. El gobierno estadounidense no logró imponer su monopolio sobre el uso de la criptografía, lo que ha dejado a quienes luchan por la privacidad esta última arma defensiva.

La lucha por lograr la “transparencia para los poderosos” está íntimamente vinculada con los requisitos indispensables de una democracia auténtica y vigorosa, pues si los ciudadanos no conocen las motivaciones ni los arreglos entre los poderosos, ¿cómo pueden tomar decisiones a la hora de elegir a sus gobernantes o de adquirir un producto en el mercado? Ocultar información es un método tradicional de preservar el poder, en cierta forma, saber cosas que otros no saben es el poder mismo. En palabras de Andy Müller-Maguhn, especialista en telecomunicaciones y vigilancia:

“Declarar ciertas cosas como confidenciales significa limitar la cantidad de personas que tienen el conocimiento y por lo tanto la capacidad para afectar el proceso. Si piensas en internet desde la perspectiva de las personas en el poder, los últimos veinte años han sido aterradores. Ellos ven internet como una enfermedad que afecta su capacidad para definir la realidad, para definir lo que está sucediendo, que luego es usado para definir lo que la gente sabe sobre lo que está ocurriendo y su capacidad para interactuar con dicha realidad”.

Cuando surgió el movimiento criptopunk estaba aún lejano el escenario destapado por Wikileaks y por Edward Snowden** de 2010 a la fecha: hoy en día, toda, absolutamente toda la información que intercambiamos en internet es interceptada y almacenada por agencias de espionaje –con Estados Unidos a la cabeza– o por corporaciones multinacionales.

Como explica Andy Müller-Maguhn: “[…] en los viejos tiempos alguien era identificado por su posición diplomática, por la compañía en la que trabajaba, porque estaba sospechado de hacer algo o de estar vinculado con personas que realmente hicieron algo, y luego se aplicaban medidas de vigilancia sobre dicha persona. Hoy en día, gracias a las tecnologías de almacenamiento a largo plazo, se considera mucho más eficiente decir: «Registramos y almacenamos todo y luego buscamos»”.

Esta realidad de vigilancia masiva*** es más preocupante que nunca, puesto que los ciudadanos de todo el mundo hemos volcado nuestras vidas enteras en internet. Nuestras relaciones sentimentales, nuestra información bancaria, nuestras convicciones y acciones políticas, todo está ahí. Lo peor de todo es ahora el control sobre nuestra información –es decir, sobre nosotros mismos– “es llevado a cabo por todos o casi todos los Estados debido a la comercialización de tecnología de vigilancia masiva”, como explica Julian Assange. Al ponerlo todo en internet, hemos entregado a Estados y corporaciones un control total sobre nosotros, que sólo podremos recuperar, aseguran los criptopunks, mediante la democratización del conocimiento de los métodos de cifrado.

Julian Assange cumple ocho meses refugiado en la embajada de Ecuador - Parte III Julian Assange cumple ocho meses refugiado en la embajada de Ecuador - Parte II Julian Assange cumple ocho meses refugiado en la embajada de Ecuador - Parte I

* Exceptuando la definición de “cypherpunk” del Oxford English Dictionary, todas las citas y la argumentación general fueron tomadas de Julian Assange, Criptopunks, la libertad y el futuro de internet, Ediciones Trilce, Uruguay, 2013.

** Snowden es un ex analista de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés), quien en junio de 2013 hizo públicos documentos secretos de ésta y otras agencias de seguridad estadounidenses. En esos documentos se prueba de manera contundente que EE.UU. lleva a cabo una vigilancia masiva en todo el mundo, situación que había sido recientemente negada por el gobierno estadounidense. En Criptopunks, la libertad y el futuro de internet se define a la NSA como la “agencia de inteligencia criptológica del Gobierno de los Estados Unidos. Ella forma parte del Departamento de Defensa. Es responsable de obtener y analizar información transmitida por cualquier medio de comunicación, y de garantizar la seguridad de las comunicaciones del Gobierno contra agencias similares de otros países, y conlleva la utilización del criptoanálisis. La agencia está dirigida por un oficial de tres estrellas (un teniente general o bien un vicealmirante). La NSA es un componente clave de la comunidad de Inteligencias de Estados Unidos”.

*** “El almacenamiento masivo [es el que se realiza sobre] todas las telecomunicaciones, todas las llamadas, todo el tráfico de datos, cualquier forma de Servicio de Mensajes Simples (SMS), pero también las conexiones a internet, en algunos casos como mínimo limitado al correo electrónico. Si comparas el presupuesto militar con el costo de la vigilancia y el de los soldados cibernéticos, verás que las armas normales cuestan mucho dinero. Los ciberguerreros o la vigilancia masiva son superbaratos si se los compara con una aeronave”. (Andy Müller-Maguhn en Criptopunks, la libertad y el futuro de internet).

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