Por: Redacción
Twitter: @Revolucion3_0
Durante la sesión del 25 de abril de 2013, activistas de Greenpeace irrumpieron en el Senado de la República para manifestarse en contra de la siembra de maíz transgénico en México.
Con la presencia latente de transnacionales como Monsanto al acecho de la legalización de la siembra comercial de maíz transgénico, organizaciones como Greenpeace luchan por hacer aún más evidente su descontento.
La primera muestra pública de descontento durante la sesión se dio con una activista vestida como edecan de las que laboran en el Senado, que desplegó una manta amarilla con la leyenda “MAÍZ TRANSGÉNICO, TRAICIÓN A LA PATRIA” al frente de los senadores.
Minutos después, Rosina González, otra de las activistas, cayó desde un balcón del recinto legislativo sostenida por un cable plástico, ante la mirada atónita de los presentes. En sus manos llevaba una manta amarilla con la misma leyenda. Tan pronto llegó al suelo, guardias de seguridad la esperaban para escoltarla hacia el exterior del edificio.
La intrusión de las activistas en pro del medio ambiente y su discurso se ven opacados por el mensaje oficial, esbozado por Ernesto Cordero, presidente del Senado, quien externó su preocupación por la seguridad de los legisladores, las instalaciones y hasta de los manifestantes.
Lo cierto es que la aparente radicalización de la protesta de Greenpeace se justifica por el avance de Monsanto y demás empresas en la injerencia sobre el campo mexicano. Por ello, hacer tan evidentes -como una activista cayendo del cielo- los problemas que traería consigo el uso de semillas genéticamente modificadas, no es un acto banal.