Costumbres de todo tipo van perdiéndose año tras año en nuestro país. Y algunas son más dolorosas que otras ya que hablan del pasado, de la historia que se ha ido construyendo a lo largo de los años no sólo en nuestro país sino en el mundo entero y que forma parte del sector de la sociedad que es mayoría, la de los trabajadores. El primer trabajador de México era el titular del Ejecutivo federal y en las Entidades se iniciaban también los desfiles encabezados por los gobernadores y los líderes de los principales sindicatos, además de los legisladores del sector obrero y sus respectivos líderes camarales. Así, llegaban a las plazas principales en donde, desde el balcón, presenciaban junto con sus gabinetes y las fuerzas armadas el gran desfile, mismo en el que se incrustaban, inclusive, los sindicatos independientes. Las mantas con quejas podían también leerse sin que provocaran la molestia que hoy hacen manifiesta todas las autoridades cancelando cualquier crítica y alejándose de una celebración de carácter mundial.
Tal parece que esta ausencia se inició cuando fueron arrojadas un par de bombas caseras a los balcones de Palacio Nacional, sin que tales instrumentos causaran daños físicos de consideración a quienes fueron alcanzados por la detonación. Empezaron los cambios, se dio por concluida la etapa en la que arrancaba el desfile con el Presidente al descubierto, así como también se eliminaron los carros sin capote, los que les permitían ir saludando a los ciudadanos congregados a todo lo largo de los recorridos. Por seguridad, se dijo, cuando lo cierto es que comenzaba un tiempo en el que el objetivo trazado era terminar con el sindicalismo que no con ese corporativismo que les sigue siendo de utilidad aún y cuando en estos grupos no están registrados más allá del 13 por ciento de los trabajadores, lo cual los sitúa como organizaciones en extinción.
Tanto cetemistas como croquistas se han dado a la tarea en el centro y en el interior del país de cancelar el desfile del primero de mayo, el del día del trabajo y, en cada lugar recurren a planteamientos tan absurdos como el que advierte que “es la fecha para estar con la familia”. El habitante de Los Pinos lanza un discursito, unas palabras que se habrán de leer con el fin de no quedar confundidos por no conocer ni siquiera el nombre de las Entidades y de los municipios del país que dice gobernar y en el cual ni siquiera se dan signos de una buena administración. Claro que las tapaderas tienen que multiplicarse y para ridiculizar a otro gobernante se recurrió a Mario López Velarde, el mandatario de Sinaloa. Peña Nieto se limitaba a señalar que la carretera que inauguraba el pasado miércoles unía a “este poblado con el vecino Lagos de Moreno”, para luego hablar del Estado de León que ya se comunicaba con el de Lagos de Moreno y finalmente reconocer que era víctima de un galimatías cuando lo es de una ignorancia que no sólo incluye historia y geografía sino muchas otras materias.
Malova soltó un registro para su Entidad que lo ubica como el líder en trasplantes “multiorgásmicos”, y ante tal pifia no pudo Peña Nieto sino justificarlo señalando que “es de humanos cometer errores”. Habrá que ver ¡qué clase de humanos! Por lo pronto este par no participará en ningún desfile. No parecen dispuestos ni los gobernadores priístas ni los de ningún otro partido y menos aún el titular del Ejecutivo federal a presenciar la serie de demandas de los trabajadores que hoy por hoy se multiplican ante los excesos cometidos, no sólo en relación a los muy bajos, raquíticos salarios, sino para enfrentar el encarecimiento de los productos básicos, el desempleo, las reformas que, como la laboral han liquidado sus prestaciones hasta llegar al grado de tener que auto garantizarse la liquidación de la vejez, si no es que antes los despojan de tales ahorros “por el bien de la Nación”, dirán.
Seguramente estas plazas abandonadas por las autoridades serán ocupadas por los que anteriormente se llamaban sindicatos independientes y que ahora se han reunido en otras organizaciones que no ceden ni un ápice en el reclamo de sus demandas. Los telefonistas y los que pertenecen a la organización nacional que los agrupa estarán en algunas plazas y ya se verá cual será la posición del jefe de gobierno capitalino, al cual le ha sido retenida su pretendida conversión del DF en una Entidad carente de cualquier sentido democrático. Si mantiene a su policía vigilante o si arremeterán en contra de aquellos que se decidan a recordar que el Día del Trabajo existe y no es precisamente para disfrutarlo en familia.