Autor: Adriana Morán
Los que alguna vez se “han echado un clavado” en los archivos que documentan la historia cultural a través de diarios y diversos textos, entre otros, y han leído con atención y pasión algún dato han descubierto cómo se reflejaba la vida, de qué se hablaba, cuáles eran las noticias, cómo se divertía la gente, que leían, entre otras, y sabe que no sólo lee sino que se está asomando a las páginas que han forjado y evolucionado el periodismo cultural: es algo que Humberto Musacchio sabe bien pues a eso se ha dedicado por más de 40 años.
En entrevista con Revolución Tres Punto Cero, el analista, investigador, periodista, escritor, entre otros, habla de México: 200 años de periodismo cultural (Conaculta, 2012), primer tomo de tres, el cual recorre los inicios de este accidentado género que ha dado cuenta no sólo de los acontecimientos culturales del México independentista sino que es un reflejo de los intereses, preocupaciones, críticas y opiniones de plumas que muchas veces han sido olvidadas.
Para él, quien ha escrito libros como Historia gráfica del periodismo mexicano e Historia del periodismo cultural de México y El Taller de Gráfica Popular, ambos del FCE, Alfonso Reyes y el periodismo (Conaculta) y otros, las inconveniencias hacen que “llamemos periodismo cultural a las manifestaciones artísticas e intelectuales, efectivamente, una selección de periodismo siempre queda en una disposición muy libre, y es que el periodismo se hace para desaparecer y este libro se hizo para la historia, para recogerla y que con el tiempo conserve su vigencia. Finalmente, una antología debe mostrar que conserva vigencia y (aunque) creo que es una contradicción, yo recogí (los textos periodísticos) como Dios me dio a entender” e intentando reflejar “de manera suficiente” lo que pasaba en ese tiempo.
El primer tomo abarca de 1810 a 1910, y pretende mostrar el desarrollo del pensamiento de la prensa escrita mexicana, los lectores juzgarán, a través de la lectura, la evolución, obsesión o estilo de muchos de los textos reproducidos en su forma original (algunas veces retocados para su mejor lectura) que ahí se recogen pero, también, de las imágenes de personajes, estampas, litografías y otras no sólo de los que hicieron el periodismo en esos tiempos sino de cómo se retrataba a la sociedad y a las ciudades, lo que hace de ésta no sólo una obra de consulta e información sino iconográfica.
En lo referente al trabajo de investigación, Musacchio explicó que su trayectoria como investigador se refleja en el libro y que aunque él cuenta con textos facsimilares y bibliografía sobre el tema, se sirvió de cuatro personas a las que les daba indicaciones de cómo y qué buscar en bibliotecas y hemerotecas, “me entregaban listas e imprimían textos que debía revisar casi con lupa, y trabajaba en ellos”. La investigación, su pasión, es también producto de un interés muy personal, “creo que los periodistas debemos conocer nuestro árbol genealógico (del periodismo cultural) y veamos de qué rama debemos colgarnos y quería hacer una antología de textos y a la vez el desarrollo de la cultura mexicana y espero haberlo logrado”.
El primer tomo abre con El Diario de México, “que inició en 1805 pero siguió publicándose y el cual perteneció a nuestra primera mafia literaria, La Arcadia, un grupo de poetas neoclásicos de los que ya casi nadie se acuerda, ahí escribieron poemas Félix María Calleja y Agustín de Iturbide, y era el órgano de la intelectualidad de la época”, y la prensa insurgente, y termina con los albores de la Revolución Mexicana. Pero Musacchio no sólo seleccionó textos de maestría periodística sino otros que también muestran fracasos. En ese recuento se pueden observar las corrientes, pensadores, grupos y, a la par, sus peleas o acuerdos en lo referente a ciertos temas. La reflexión, claro, queda al consenso de los lectores que se asomarán a tales páginas.
En su búsqueda, Musacchio quiso recuperar textos que, pese al tiempo, no han perdido su vigencia, “algunos bien podrían leerse como si acabaran de escribirse y hay excelentes reseñas”, pero también quiso mirar qué había detrás de esas preocupaciones y sus nexos con lo intelectual y lo social, incluso con las ideas políticas. También tomó en cuenta las publicaciones ilustradas, “el primero fue El Iris, fundado por el cubano José María Heredia (…) quien introdujo la litografía, fue el primero en traerla a México y ahí apareció la primera caricatura política pero también imágenes de la moda de esos tiempos”. Heredia, resaltó, era “un excelente cronista de teatro”.
En cuanto a la evolución en el periodismo cultural, la obra refleja ciertos géneros como la crónica, sobre todo de teatro en el primer tomo, y podemos leer “grandes plumas de liberales como Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez o Guillermo Prieto”. Los tomos son el resultado de miles de páginas que “me costó mucho trabajo leer” y con un trabajo fotográfico amplio de “cosas muy viejas”. Al hablar brevemente de la evolución del periodismo cultural, Musacchio indicó que tiene sus exigencias pero que en el escrito ha existido una gran variedad que no logran atrapar la televisión o la radio, “espero que alguna vez (ahí) se haga buen periodismo cultural”.