Vicente Fox volvió a hacerse presente. Pero esta vez no por sus tuits con faltas de ortografía ni por sus debates con bots, sino porque la presidenta Claudia Sheinbaum lo acusó, sin rodeos, de haberle fallado a la democracia mexicana.
Durante su conferencia matutina, la mandataria federal le puso nombre y apellido a uno de los capítulos más incómodos de la historia política reciente:
“Fox es un traidor a la democracia”
Sentenció la presidenta, recordando sus pactos, sus incumplimientos y, por supuesto, el desafuero contra el expresidente Andres Manuel Lopez Obrador.
Sheinbaum señaló que Fox llegó a la presidencia en 2000 prometiendo un cambio histórico. Y sí hubo cambio, pero de rumbo. Según Labastida, hubo un pacto con Zedillo y Estados Unidos para asegurar una “transición democrática” que, en la práctica, terminó más bien siendo una repartición de poder entre los mismos.
Después vino lo bueno: la intentona para quitarle los derechos políticos a López Obrador en 2004, cuando era Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. Un delito fabricado, movilizaciones por todo el país y una amenaza directa: “no va a llegar”, decía Fox. Ya sabemos cómo terminó esa historia.
Y por si alguien pensaba que al menos cumpliría con las promesas de campaña, Sheinbaum recordó otra joyita: la carretera México–Querétaro. Otra de esas promesas que se quedaron en los comerciales con botas y bigote. La obra nunca llegó. Igual que muchas otras cosas.
Tampoco llegó el crecimiento económico prometido, ni la “nueva política” de la que tanto presumía. Lo que sí llegó fue el fraude electoral de 2006, en el que Fox metió las manos, para frenar a López Obrador.
La presidenta Sheinbaum no se quedó corta: “Seguro al ratito va a estar contestando”, dijo entre risas. Porque si algo ha demostrado Fox en su retiro político es su capacidad de estar más activo que cuando era presidente, pero solo en X.
Mientras tanto, la presidenta dejó claro que la historia no se borra, y las traiciones siguen ahí, en la memoria colectiva y en el archivo nacional.
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