El próximo 3 de noviembre se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en las que Donald Trump buscará la reelección para permanecer en los próximos cuatro años en la Casa Blanca o Joe Biden buscará gobernar el país más poderoso del mundo por primera vez.
La semana pasada se llevó a cabo el primer debate entre los dos candidatos, en una confrontación de ideas en la que Biden, no ganó más simpatías por su falta de carisma y capacidad política que en su momento contó Barack Obama, mientras que Trump, desesperado por permanecer en el poder continuó con sus ataques permanentes.
Antes de que el mandatario norteamericano diera positivo a Covid-19, Trump dejó entrever que no respetaría los resultados electorales de la contienda presidencial, pues exhibió implícitamente que no reconocerá la derrota—en caso de que se diera–, por lo que representa el primer gran problema de la democracia de Estados Unidos, el país que ha pregonado ser el más demócrata del mundo.
Sin embargo, pese a que Trump registró los niveles más bajos de desempleo durante su mandato, ha sido cuestionado frontalmente por el deficiente manejo de la pandemia por el Covid-19, pues Estados Unidos se convirtió en el país más afectado con más padecimientos y defunciones, aunado al racismo que volvió a proliferar tras el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd, por lo que las protestas se masificaron ante la conformación de una perspectiva de inconformidad por el retroceso en los derechos humanos que se había construido en esa nación.
Si bien es cierto que la democracia con Trump tuvo un retroceso tras su victoria en 2016, Biden tampoco representa la solución a los problemas que enfrenta Estados Unidos, ya que ha sido acusado de ser un personaje demasiado gris que disfrazará las acciones negativas que han efectuado históricamente los demócratas como las operaciones militares en el mundo.
Para México, el escenario es complejo, ya que por una parte se encuentra Trump con sus constantes ataques hacia el país y por el otro un rencor de los demócratas por la cercanía del gobierno de Andrés Manuel López Obrador con el republicano, lo que se ha visibilizado en pequeños símbolos representativos de esa molestia en las últimas semanas.
La cercanía de los gobiernos demócratas con las administraciones panistas ha sido visible, ya que fueron los primeros que reconocieron el triunfo de Felipe Calderón en la contienda electoral de 2006 en medio de los señalamientos de fraude, mientras que Trump ha conseguido todos los objetivos que tenía con México como la renegociación del Tratado de Libre Comercio firmado en 1994 y ahora llamado T-MEC, así como la construcción del muro que le ha permitido ganarse a un electorado anti inmigrante, por lo que los objetivos del republicano no están centrados en su segundo mandato hacia México, mientras que Biden podría incrementar las restricciones en las aduanas por el control de la pandemia por el Covid-19.
De esta manera, México, como el resto del mundo estará expectante de lo que ocurra el próximo 3 de noviembre, pues la elección del nuevo presidente de Estados Unidos puede impactar en el mercado global, así como en las economías emergentes como la mexicana.