Resulta irónico que un humorista jázaro estuviera a punto de desencadenar el fin del mundo hace unos meses. Volodímir Zelenski pasará a la historia como un presidente poco capaz, pero también como un producto de la política occidental otanista y los medios propagandísticos. En su serie de televisión Servidor del Pueblo, Zelenski interpretó a un profesor que se convertía en presidente de Ucrania, criticando cada capítulo el status quo del gobierno ucraniano. Su carisma ante las cámaras y el respaldo económico de su mecenas, el magnate Igor Kolomoiski, convencieron a los ucranianos en 2019, logrando ganar las elecciones con un aplastante 73,22% de los votos. Aunque todo fue legal, su presidencia expiró hace 276 días, precisamente su último día como líder del Ejecutivo fue el 21 de mayo de 2024 y, con su habitual ironía, Zelenski decidió permanecer en el poder. Dijo que no había tiempo para elecciones, que después de la guerra lo veríamos, dijo que tendría una oposición débil como para esforzarse en organizarlo todo.
Es justo así como inició su declive acelerado.
Tres años de guerra han transcurrido, y Rusia no cesa de avanzar y conquistar ciudades ucranianas. Desesperado y con gestos frenéticos ante las cámaras, el comediante convertido en político busca desesperadamente participar en las negociaciones entre Rusia y Estados Unidos para alcanzar la paz en su país. Nadie lo consulta, nadie solicita su opinión: Zelenski se ha quedado solo con sus seguidores más radicales, los herederos de Stepan Bandera, y su polémica ideología purista. El actor es, desde mediados del año pasado, un presidente ilegítimo, incapaz de firmar acuerdos por carecer de reconocimiento jurídico. Putin lo dejó claro: si quien firma no es el presidente, no deberíamos incluirlo en las negociaciones. ¿Qué hacer entonces con esta figura del entretenimiento ucraniano que lidera sin gobernar? Trump, Musk y Vance, críticos de su gestión belicista, buscan apartarlo del poder cuanto antes. Observan con desdén el fracaso de la ofensiva ucraniana contra Rusia, impulsada por un Joe Biden senil y desconectado.
Para la OTAN, el desempeño militar de Ucrania ha sido decepcionante: apenas lograron avances significativos en tres años, fracasaron en recuperar territorios clave y, si miramos con atención el mapa, los ucranianos perdieron una quinta parte de su nación durante la era Zelenski. El lanzamiento de los misiles rusos Oreshnik sobre la ciudad de Dnipró en noviembre pasado fue el momento definitivo para hacer vomitar bilis a la OTAN entera. Hoy mismo no hay nada en su bodega de juguetes que pueda parar un Oreshnik ruso. Con este arsenal, quedó claro que Kiev podría ser aniquilada en segundos. Rusia había ganado la guerra. Nunca hubo un escenario nítido en donde Ucrania tuviera oportunidad de ganarle algo a Rusia. A pesar de ello, el cómico rusófobo logró extraerle a sus patrocinadores estadounidenses 175.000 millones de dólares en poco tiempo. A Europa le arrancó más de 35.000 millones de euros, prometiendo cada trimestre un «plan definitivo» para llegar hasta las puertas de San Petersburgo. Le financiaron incluso después de que su mandato expirase, sin cuestionar su legitimidad ni exigir pruebas de avances militares. Un silencio que alimenta sospechas de un colosal esquema de lavado de dinero detrás del conflicto.
He did this while kids are dying in trenches on the war front pic.twitter.com/NPhDz3cP46
— Elon Musk (@elonmusk) February 20, 2025
¿Cómo pudo un comediante estafar con tal destreza a los líderes de Occidente? «Según las encuestas, tengo un 57% de apoyo. Si alguien quiere reemplazarme ahora, no lo logrará», declaró Zelenski cuando Trump lo tildó de «dictador» con apenas un 4% de aprobación. Quien dude de cómo Occidente abandona a sus ídolos puede analizar la geopolítica de 2025 en alta definición. Estados Unidos vive un cambio de visión, y el montaje bélico en Ucrania resulta insostenible para Trump y su gobierno banquero, que busca rápidamente cobrarle a Zelenski todo el dinero entregado. El presidente estadounidense solicita al menos 500,000 millones de dólares en ganancias por las tierras raras de Ucrania, la ayuda nunca fue gratuita. El comediante, que difícilmente aparece contento o sonriendo, negó deberles tanto dinero.
Trump se mostró furioso con el líder de Ucrania, asegurando que solo es bueno para «manejar a su antojo (a Joe Biden)». El exmandatario ucraniano insiste en que 100.000 millones de dólares enviados por EE.UU. «nunca llegaron», por lo que su posición ante Trump fue más que desafiante y logró que Vance, el vicepresidente yanqui, lo amenazara rápidamente con parar sus críticas al magnate de la Casa Blanca, calificando sus dichos como un error «atroz». ¿Qué futuro le aguarda a un millonario desempleado, insultado por sus antiguos benefactores y responsable de miles de muertes civiles? No parece haber margen para maniobrar, y huir —como hizo hábilmente Bashar al-Ásad—, por lo que cualquier acto desesperado suena más sensato que quedarse en Ucrania a esperar los Oreshnik rusos o al nuevo presidente legítimo.
Un hombre que inició haciendo reír a Ucrania y que terminó abandonado por sus amigos.
Con más de 70.000 soldados ucranianos muertos, es difícil imaginar un destino alegre para el comediante Zelenski, dondequiera que se oculte. Tras la paz entre Rusia y Ucrania, ¿llegará el ocaso definitivo del comediante de mirada perdida? Los familiares de los soldados ucranianos caídos y los tribunales internacionales están a la espera de participar activamente en el futuro de un hombre que inició haciendo reír a Ucrania y que terminó abandonado por sus amigos, con 100,000 millones de dólares “desaparecidos”, 70,000 cadáveres en su clóset y con una tendencia a inhalar aire violentamente por sus fosas nasales. Toda una estampa trágica para dibujar el ocaso de la comedia ucraniana contemporánea.
El canciller ruso Sergei Lavrov resume al comediante de una forma magistral: «Zelenski dice muchas cosas, dependiendo de lo que beba o de la droga que se fume».
X: @SaavedraNiet