La semana pasada el fiscal General de la República (FGR), Alejandro Gertz Manero, reveló que la versión sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014 que defendió el ex procurador Jesús Murillo Karam fue falsa, pues los testimonios que se recopilaron en las pesquisas fueron violatorios de derechos humanos con tortura y omisiones en las indagatorias, dejando una orden de aprehensión contra el ex titular de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), Tomás Zerón.
El autor de la “verdad histórica” sobre la incineración de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en el basurero de Cocula ahora es investigado y buscado por la FGR, pues Tomás Zerón cometió distintas irregularidades para presentar a la opinión pública y a los padres de los normalistas una supuesta versión que dejó más dudas que certezas.
Desde que Jesús Murillo Karam dio a conocer esa versión tras supuestamente entrevistar a varios de los integrantes del crimen organizado que participaron en los hechos violentos de la noche del 26 de septiembre en Iguala provocó distintas dudas que varios periodistas cuestionaron y comenzaron a indagar para demostrar las inconsistencias científicas de la misma.
En la versión de Murillo Karam se había señalado que los jóvenes fueron secuestrados, asesinados e incinerados en el basurero de Cocula, cuyas cenizas habrían sido arrojadas al río, sin embargo, para que los restos humanos desaparecieran en su totalidad tendrían que haber alcanzado temperaturas muy elevadas que sólo se podrían obtener bajo procedimientos químicos específicos y el fuego del basurero sería insuficiente para desaparecer varios cuerpos.
No obstante, hubo varios comentaristas que dieron por ciertas las versiones de la extinta Procuraduría General de la República (PGR) y aprovecharon la tragedia para hacer documentales con sesgos informativos y falta de rigor periodístico, por lo que a casi seis años de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa la “verdad histórica” se convierte en la “mentira histórica”, en un hecho que nuevamente deja al descubierto el poco interés del gobierno de Enrique Peña Nieto por esclarecer el caso que indignó a millones de personas.
El caso Ayotzinapa se convirtió en la gran lápida política de la presidencia de Peña Nieto, por lo que de ahí devinieron distintos casos de corrupción e impunidad que imperaron en esa administración como Tlatlaya, Odebrecht, OHL, la Casa Blanca, la fuga del Chapo Guzmán, el gasolinazo, la Estafa Maestra, entre otros, que colocan al sexenio del priísta como el más corrupto de la historia reciente de México.