Dr. Norberto Emmerich / Investigador Prometeo, IAEN, Ecuador
(14 de julio, 2014).-El presidente ruso Vladimir Putin llegó en la madrugada del sábado 12 de julio a la ciudad de Buenos Aires reuniéndose a las pocas horas con la presidente argentina, Cristina Fernández, para firmar distintos acuerdos, principalmente sobre commodities energéticos. Allí declaró que la Argentina es el principal socio estratégico de Rusia en América Latina.
Los acuerdos bilaterales firmados en materia nuclear con fines pacíficos servirían para “crear una base para una cooperación sólida en esta esfera”, según su discurso en la Casa Rosada.
Una delegación rusa se trasladó al megayacimiento petrolífero de Vaca Muerta, en el sur del país, para conocer “una de las mayores reservas de gas no convencional del mundo”.
Más tarde los presidentes Evo Morales (Bolivia), José Mujica (Uruguay) y Nicolás Maduro (Venezuela) se sumaron a la cena en la casa de gobierno argentina.
Por su parte el presidente chino Xi Jinping también comienza una gira por América Latina, considerada “extremadamente importante, no es otro viaje de rutina más”. China ya es el segundo socio comercial de la región y uno de sus principales inversores.
En Brasil firmará varios acuerdos de cooperación, que incluirían exportaciones de la brasileña Embraer e inversiones chinas en infraestructura, especialmente en transporte.
Xi irá luego a la Argentina, con quien mantiene un intercambio por debajo del potencial, 14.800 millones de dólares en 2013. China busca reimpulsar la relación y planea reconocer a Argentina como “socio estratégico integral”. Al igual que su colega ruso, Xi hablará con la presidenta sobre el interés chino en el yacimiento de Vaca Muerta. Allí yacen las segundas reservas mundiales de gas de esquisto y las terceras de petróleo.
En los próximos días los líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) celebrarán en Fortaleza y en Brasilia su sexta cumbre. Son las grandes economías emergentes, con el 42 % de la población y el 21% del PBI mundial.
En Fortaleza se anunciará la creación del Banco de los BRICS, que nacerá con un capital inicial de 50.000 millones de dólares, de los que cada país aportará una quinta parte.
Además se discutirá sobre un Acuerdo de Reservas de Contingencia (CRA), un fondo de estabilización económica por 100.000 millones de dólares para rescatar a países en crisis, con dificultades en su balanza de pagos o que sufran ataques especulativos.
En Brasilia mantendrán una reunión con los presidentes de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), donde los BRICS buscarán exponer las potencialidades del Banco, una alternativa al Banco Mundial dominado por las grandes potencias.
Esta Cumbre será la antesala de una cita entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac). En esa reunión se anunciará formalmente el Primer Foro de Cooperación entre China y los 33 países de la Celac en Pekín. Este foro representa “un éxito de las diplomacias tanto de China como del subcontinente: la República Popular logra sentarse a la mesa con todos los Estados de América Latina y el Caribe”.
Porque además de los numerosos y profundos acuerdos económicos, China y Rusia buscan aumentar los lazos políticos con la región.
¿Cómo deben comprenderse estos rápidos y numerosos movimientos de las potencias emergentes? ¿Por qué tienen interés en América Latina?
En el este de Ucrania el ejército y los aviones del golpismo fascista bombardean las ciudades industriales mientras en la franja de Gaza los bombardeos ya suman 157 palestinos muertos en seis días. Las grandes potencias y sus socios aplauden, incentivan, financian y hacen cálculos de probabilidades. En el fondo de esta desesperación bélica siguen operando las consecuencias de la crisis económica de 2008. La economía mundial languidece, los precios de los commodities no bajan, la recesión se convierte en depresión.
Esta debacle económica impide una gestión política exitosa de los asuntos mundiales, la intención de dictar nuevas reglas de juego en base a ordenanzas imperiales no está funcionando. La tradicional combinación de diplomacia y guerra, útil en los tiempos de normalidad estratégica, cede ante una ofensiva declarada de los halcones de la política exterior. Si el “Eje Asia” de Barack Obama promovió el surgimiento del Estado Islámico en Irak y un nuevo empantanamiento en Medio Oriente, Israel golpea a Gaza sin mucho sentido estratégico. Y si Estados Unidos jaquea a Rusia en su frontera vital, lo hace con socios impresentables y sin vocación de combate.
El capitalismo es un sistema de guerra permanente, a veces armado, siempre amenazante. Rusia y China se defienden atacando, en un mundo con liderazgos rudos pero vacilantes, rediseñando los términos del intercambio, y con ellos un nuevo orden mundial, en términos diplomáticos, económicos y políticos. Y allí donde residen los commodities es donde toda crisis económica global encontrará su salida. Tener acceso a insumos básicos baratos, esencialmente energéticos, sigue siendo la receta clásica de recuperación económica. Y se sabe que todo acuerdo es y debe ser siempre político con objetivos económicos. En Buenos Aires y Brasil se juega un campeonato mucho más importante que el que acaba de terminar.