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Selección Mexicana: un conjunto aplastado por la determinación y la realidad

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Proyecto Diez / @ProyectoDiez

Por: Fernando Tiscareño Cabello

(2 de julio, 2014).- Juan Villoro en su texto más reciente titulado “Balón Dividido” nos cuenta que: No es por presumir, pero me llevo bien con la derrota. El mérito no es mío sino del fútbol mexicano. Si nuestra alegría dependiera del marcador seríamos profesionales de la tristeza. Los resultados adversos y los goles fallados a un metro de la portería nos han acostumbrado a disfrutar del juego sin pedirle demasiado a la diosa Fortuna. Y qué razón tiene al expresarlo. No cabe duda, que la realidad siempre se impone. Empiezo a creer, a estas alturas de mi vida, que efectivamente el cielo es azul, que el América es el equipo más odiado de este país y que la Selección Mexicana llega, y llegará, a octavos de final enmarcada por un terrible determinismo histórico.

Hace una semana, al compartir mi reflexión sobre los octavos de final, estaba plenamente convencido de que esta escuadra azteca pasaría a la historia así como lo hicieron quienes representaron al país en Londres 2012 y se trajeron por primera vez en la historia una medalla dorada en el balompié. Durante 70 minutos del duelo contra Holanda realmente creí en que esta vez sería diferente y que el hastag #YoSiCreo realmente se vería reflejado en un resultado histórico que nos hiciera llegar nuevamente a cuartos de final así como sucedió en el mundial de 1986. Pero la realidad de impuso.

¿Qué pasó en los últimos 20 minutos antes de que el árbitro pitara el final del encuentro? La historia futbolística detrás de una nación, la idiosincrasia mexicana resumida en un “si se puede” y el miedo a lanzarnos a alcanzar grandes ideales, nos cayeron como balde de agua fría y sucedió lo que en la últimas 5 Copas del Mundo nos había sucedido: nos descalificamos. Si, así como lo leen, nos descalificamos.

¿Es responsabilidad del árbitro? ¿Es responsabilidad de la FIFA? ¿Es responsabilidad de Miguel “Piojo” Herrera”? Creo que es un buen momento para dejar de justificar nuestras derrotas, dejar de culpar a otros por responsabilidades que son nuestras, o más bien dicho, de los 11 que estuvieron en la cancha. ¿Cuál es mi análisis de lo acaecido el domingo pasado? Estamos determinados por un “ya merito” ocasionado por un enorme temor a trascender. No es culpa de Sneijder quien atinadamente sacó un obús para empatar el encuentro, tampoco es culpa de Pedro Proenca en pitar un penal que acertadamente marcó Huntelaar; el problema es que “no nos la creemos”, la Selección Mexicana dejó de jugar los últimos 20 minutos así como jugo los 70 anteriores, dejaron de jugar compactadamente y comenzaron a deshacerse del esférico con el temor de tener a los holandeses en el área. Esto, sin duda, muestra mucho de lo que es nuestra historia, nos conformamos con una probadita en vez de entrarle de lleno al banquete. Juan A.

Birch, un buen amigo mío, que por cierto es holandés, me hacía caer en la cuenta de que efectivamente sí tenemos notas constitutivas de conformistas: […] cuando Hidalgo estaba cerca de la ciudad de México, habiendo ganado una batalla importante, y quedando pocos soldados reales en la capital, decidió, contra el consejo de Allende, no tomar la capital y se le fue de las manos la victoria de la guerra de independencia… Cuando Pancho Villa tenía a Obregón en sus manos, en lugar de fusilarlo, como merecía este traidor, lo dejó ir y luego Obregón le pagó el favor, decimando las tropas de Villa en una serie de batallas sangrientas de Celaya hasta Aguascalientes… Cuando el PAN sacó al PRI de Los Pinos, Fox y Calderón siguieron políticas priistas neoliberales y resultaron más corruptos que el mismo PRI, despilfarrando esta oportunidad histórica para lograr la victoria de la justicia sobre la injusticia. Y hay otros eventos históricos de esta índole.

Recuerdo con gran acierto que esta historia vivida contra Holanda fue muy similar ante Alemania en 1998 y en el 2006 ante Argentina, pues en ambas ocasiones la Selección Mexicana comienza el encuentro ganando y terminan dándole la vuelta al marcador. Pareciera entonces que estamos determinados por esta historia del “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, que a pesar del trabajo en conjunto, de los entrenamientos, de los mexicanos militando en Europa, la realidad nuestra es la de conformarnos con este cuarto partido y, como dice Villoro: “acostumbrarnos del juego sin pedirle demasiado a la diosa Fortuna”.

Por lo pronto vendrá próximamente Olimpiadas, Confederaciones y la FEMEXFUT ha ratificado al “Piojo”, veremos si la historia sigue siendo para nosotros la posibilidad de seguir soñando o de plano, la determinación y la realidad son producto simplemente de nuestro conformismo e imaginación.

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