No es una regla, como se ha comprobado desde hace siglos, que todas las personas se sientan identificadas con su sexo de nacimiento, es decir, que nazcan con genitales femeninos y se perciban como mujeres, con sus características y roles de género, por ejemplo. En ocasiones se presenta un conflicto entre el género al que pertenece el cuerpo y aquel que se procesa en el cerebro. A quien le sucede eso se le llama “persona transexual”, pues encuentra una profunda inconformidad entre este sexo psicológico y sus caracteres sexuales.
Sin embargo, sigue siendo común la creencia de que la transexualidad puede ser algo pasajero, un capricho, una confusión o una circunstancia que se puede modificar. La ciencia ha tratado de indagar si existe un origen biológico para ello, encontrando respuestas muy interesantes.
EL CEREBRO “HABLA”
En 2012, un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), en colaboración con otros centros, analizó el grosor de la corteza cerebral de personas transexuales y descubrió que había una modificación en ella.
Los científicos Antón Guillamón y Beatriz Carrillo, entre otros estudiosos, midieron el grosor cortical de personas transexuales sin tratamiento hormonal previo y observaron, gracias a técnicas de neuroimagen, que los hombres transexuales (aquellos que nacieron con sexo femenino pero se perciben del género masculino) presentaban la materia gris subcortical masculinizada, es decir, más gruesa, y en las mujeres transexuales (quienes nacieron con genitales masculinos pero se identifican con el género femenino), dicha corteza parecía feminizada, pues era más fina.
Su estudio se publicó en la revista Cerebral Cortex y para Antonio Guillamón, el origen de estas diferencias es desconocido, aunque podría apuntar a una asimetría en el efecto de los andrógenos, hormonas sexuales, durante el desarrollo cerebral de estas personas.
Esto podría explicar, entre muchas otras situaciones, que niños y niñas desde muy temprana edad vivan su disforia de género pero no la comprendan al principio. El proceso para ell@s y sus padres y madres suele ser complejo, pero sabiendo que la situación podría tener un origen biológico que no se puede modificar, resultará más fácil entenderlo e ir comenzando la transición, como ha pasado, por poner un ejemplo, con la niña Rebekah Bruesehoff. ¿No han visto sus videos en las redes sociales? Los/as invito a que los busquen, pues lo que ahí se dice es de gran valía.
HABLEMOS DE CONEXIONES
Otro estudio, que se llevó a cabo en la Universidad Médica de Viena, demostró que la identidad sexual (el hecho de sentirse hombre o mujer, independientemente del sexo biológico con el que se nace) se refleja en la forma de las conexiones neuronales entre diversas regiones cerebrales.
¿Cómo fue el experimento en este caso? Convocaron a personas transexuales de ambos sexos, así como a grupos de control femeninos y masculinos que se sentían identificados con su sexo biológico, a quienes se les tomó una resonancia magnética. El análisis demostró que hay diferencias importantes en la microestructura de las conexiones cerebrales entre hombres y mujeres. Por otro, que las conexiones cerebrales de las personas transexuales estarían en una posición intermedia entre las de ambos sexos.
Además, el nivel de testosterona en la sangre de las personas sugirió que “la identidad sexual está reflejada en la estructura de las redes neuronales que se forman bajo la influencia moduladora de las hormonas sexuales, en el transcurso del desarrollo del sistema nervioso”, señalaron los científicos.
INVESTIGACIONES EN ESTA TÓNICA AYUDAN A EMPEZAR A DESLASTRARNOS DE LA IDEA DE QUE LA TRANSEXUALIDAD ES ALGO QUE SE PUEDE REVERTIR, DETENER O MODIFICAR CON EL PURO PODER DE VOLUNTAD O ES UNA CUESTIÓN PSICOLÓGICA, MÁS NO NEURONAL.