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Mujeres: pieza clave para la estabilidad de la clase media

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En todo el mundo la clase media está viviendo una incertidumbre económica. Sin embargo, existe una fórmula para mejorar la calidad de vida este sector: aumentar aún más la participación laboral de las mujeres y las ganancias que ellas perciben, así lo explica el informe “Bajo presión: la reducción de la clase media” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En el informe publicado el pasado 10 de abril, se detalla que las principales preocupaciones de la clase media tienen que ver con los ingresos, la ocupación laboral y la falta de iniciativas públicas que atiendan a este sector.

Tan sólo en México, la clase media representa 45 por ciento del total de la población. Este sector considera que el sistema socioeconómico actual es injusto debido a que los ingresos han crecido más lento durante las últimas tres décadas.

Aunado a esto, el estilo de vida de la clase media es cada vez más costoso, esto en relación a los precios de vivienda, salud y educación. Como consecuencia a estas tendencias, las familias han adquirido deudas que no son sostenibles a largo plazo.

En conclusión, las perspectivas de ingresos de la clase media son cada vez más inciertas y se acercan a formar parte del sector que mayormente predomina en México: la clase baja.

PARTICIPACIÓN FEMENINA

Para que las mujeres puedan ser factor clave en mejorar la calidad de vida de la clase media, el gobierno juega un papel importante. Este debe brindar mejores condiciones laborales para ellas: programas enfocados en la tarea de cuidados y una mayor apertura a puestos de liderazgo.

La OCDE detectó que los hogares donde un hombre y una mujer trabajan y tienen salarios y condiciones justas, son aquellos que se alejan de la línea de la clase baja. Por ende, presentan menos preocupaciones, lo que los ubica en los hogares de ingresos medios-altos y altos.

Por otro lado, aquellas parejas que perpetúan el antiguo modelo tradicional, donde el hombre es el jefe de familia, no alcanzan a distribuir sus ingresos para cubrir todas sus necesidades.

La tercera modalidad llega cuando el hombre trabaja de tiempo completo y la mujer tiene que dividir sus días en trabajo remunerado y no remunerado, es decir, tareas de cuidados. En estos casos, la familia forma parte de la clase media con salarios bajos.

“Claramente existe un potencial para aumentar los ingresos de la clase media al aumentar aún más el trabajo de las mujeres; su fuerza de participación, horas trabajadas y sobre todo las ganancias”, detalla el informe.

Al respecto, se menciona la necesidad de crear políticas públicas que ayuden a las familias de ingresos medios a lograr una vida laboral y personal equilibrada, en las que se incluyan responsabilidades compartidas al hablar de tareas del hogar.

Al hablar de mujeres trabajadoras embarazadas, la OCDE detectó que los ingresos netos de los hogares generalmente se reducen en un 19 por ciento cuando las madres y padres toman licencias de maternidad y paternidad. Para que esto no ocurra, no se deben dejar fuera las responsabilidades de las empresas. “Las disposiciones de licencia pagada, bien diseñadas, pueden aumentar la participación de la fuerza laboral femenina. Estas disposiciones deben tener en cuenta la salud y el bienestar materno e incluso la salud infantil y el desarrollo del menor”.

Este tema también debe abarcar al sector masculino, “los derechos y las vacaciones pagadas también ayudan a los padres a compartir responsabilidades de cuidado más equitativamente”. Esto ha comenzado a ser una realidad en varios países como Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia.

En Alemania se tienen “períodos de bonificación”, donde una pareja puede calificar para semanas adicionales de licencia pagada si ambos padres comparten dicha licencia. O en Japón y Corea, donde tanto las madres como los padres tienen alrededor de un año de licencia parental pagada no transferible cada uno, aunque la aceptación entre los padres tiende a ser muy baja.

La obligación gubernamental y privada continúa cuando las madres desean reanudar su trabajo. Las empresas y el sector público tienen la obligación de brindar servicios accesibles para el cuidado de los niños. “La expansión de las guarderías públicas o subvencionadas ha sido uno de los impulsores de la creciente participación femenina en la fuerza laboral”.

A diferencia de México, donde recientemente se redujo el presupuesto a las estancias infantiles, en Corea se incrementó el subsidio para el cuidado infantil, mientras que Alemania introdujo como un derecho legal el cuidado de la infancia.

De acuerdo con la OCDE, para que la calidad del cuidado infantil sea adecuada, el sector público también debe invertir en condiciones laborales de maestras/cuidadoras, de no ser así podría ocurrir lo sucedido en Quebec, donde si bien la educación infantil logró aumentar la participación femenina en la fuerza laboral, se tuvieron efectos negativos en los resultados cognitivos de la niñez, esto debido a la poca inversión que se hizo en los cuidadores.

Otro panorama que si bien no contempla el informe pero que es una realidad más frecuente en México, son los hogares jefaturados por mujeres. De acuerdo con la Encuesta Nacional de los Hogares (ENH) de 2017, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los hogares jefaturados por mujeres aumentaron 28.5 por ciento en 2017, mientras que en 2014 la proporción era de 27.2 por ciento. Es decir, en 49 de cada 100 hogares mexicanos la jefa de familia es mujer.

Si hablamos de salarios, la economista especializada en perspectiva de género Carmen Ponce, señaló que solamente 10.4 por ciento de los trabajadores perciben hasta un salario mínimo, mientras que este porcentaje crece a 17.3 en el caso de las mujeres trabajadoras.

En los ingresos más altos sucede lo mismo. Las trabajadoras con más de cinco salarios apenas alcanzan 6.7 por ciento, en contraste los trabajadores representan el 16.6 por ciento.

Finalmente, la OCDE en general recomienda mejorar la calidad educativa y abrir más espacios escolares para lograr mejores futuros laborales; apoyar con mejores sistemas de salud pública (uno de los grandes gastos de la clase media) y crear políticas públicas que involucren a la sociedad civil.

“Una clase media fuerte y próspera es importante para la economía y la sociedad en general, y en particular para sostener el consumo y la inversión en educación, salud y vivienda. Los impuestos que pagan son esenciales para financiar adecuadamente la protección social. Sociedades con una fuerte clase media también experimenta mayores niveles de confianza social, menor incidencia de delitos y mayor satisfacción de vida”, concluye el informe.

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