El problema del INE no solamente tiene que ver con su negativa a reducir sus salarios, no tiene que ver solamente con la necedad de seguir apuntalando una burocracia dorada por encima del espíritu general de austeridad. Lo que se oculta es una violencia institucional sistemática. Estamos frente al uso del INE como un cuartel de combate de la derecha reaccionaria. Lorenzo Córdova se ha especializado en construir una sorna ataviada de un discurso abstracto de grandes principios democráticos mientras que en la realidad utiliza argucias leguleyas para atacar la libre expresión del movimiento lopezobradorista, mientras que hace oídos sordos frente a las calumnias y campañas abiertas de desinformación y tergiversación que emprende la derecha y grupos empresariales retrógradas.
Pero yendo más a fondo, la violencia que ejerce el INE al querer aplicar una especie de lawfare selectivo para tratar de frenar el fortalecimiento del proceso político en la era post prianista, implica un atentado histórico frente a lo que ha sido la voluntad soberana y popular expresada en el 2018 de transformar la economía nacional. México ha transitado por crisis sistemáticas; y ahora se le agregó la pandemia y, poco después, la guerra a escala internacional, por lo que las acciones en inversión pública, con carácter soberano y estratégico son, efectivamente, un asunto de seguridad nacional.
Los grupos de poder conservador saben que no tienen base popular para disputar unas elecciones al estilo tradicional del voto directo, por ello necesitan de otros mecanismos para intentar frenar el proceso que afecta a sus intereses. No debemos olvidar que las riquezas multimillonarias de este país se hicieron al amparo del Estado, se acostumbraron a un ambiente de privilegios fiscales y monetarios que les aseguraba ganar todas las apuestas en el mercado.
La cuarta transformación inició un proceso de justicia fiscal y de reducción de la corrupción sistémica mediante un control directo del presupuesto y con ejercicios de transparencia para exponer avances de obra. Esto irrita a los viejos poderosos porque los pone en evidencia de todos los recursos de obras inconclusas que quedaron para beneficio privado.
Este modelo extractivista y corrupto llamado, generalmente, neoliberalismo, es el modelo que defienden los conservadores. Que el árbitro intervenga animado por intereses privados y con una falta de respeto a la voluntad soberana de transformación es un elemento suficiente para exigir la renovación de la dirigencia en este instituto y recuperar la confianza del mecanismo mediante el cual cada seis años se define el rumbo del país.
Si Lorenzo Córdova y su equipo no se pueden desprender de sus intereses de clase, lo que deben hacer es renunciar. El país está encaminado a profundizar su transformación económica puesto que todavía queda mucho por hacer, las resistencias trasnacionales son muy poderosas como para tener al enemigo en casa evitando el fortalecimiento de la democracia popular. Este eslabón es de importancia para conseguir los objetivos económicos de la Cuarta Transformación.
